Secciones
Servicios
Destacamos
Más de una vez he escrito que en la política institucional asturiana hay unas singularidades (debería decir excentricidades o rarezas) que la diferencian del resto de comunidades autónomas. En esta semana tuvimos una buena muestra.
Sin otra pista que la dimisión de Laureano Lourido de ... la presidencia de la Autoridad Portuaria de Gijón, se empezó a hablar de cambios en el Gobierno asturiano (en trances similares, durante el franquismo, Radio París siempre hablaba de «crisis»). Pronto se supo que Nieves Roqueñí, consejera de Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Económico, iba a sustituir a Lourido en el puente de mando de la nave. Un año antes, en las mismas fechas, se empezó a rumorear que Melania Álvarez, consejera de Derechos Sociales y Bienestar, iba a ser senadora.
Tanto entonces como ahora, no hubo una explicación oficial del cese y tampoco despertaron expectación los sustitutos. Las remodelaciones se hacen en Asturias para apear a los políticos del poder, siendo un tema menor los recambios que se incorporan. Cuanto más pondera el presidente del Principado a los que se van (Melania Álvarez y Nieves Roqueñí), menos crédito tienen ante la opinión pública.
Sigamos con las singularidades. La nueva consejera de Transición Ecológica, Belarmina Díaz, tomará posesión del cargo catorce días más tarde de ser confirmada ante la opinión pública. No recuerdo ningún cambio de ministros en la democracia, o en la dictadura, que quedara diferido durante dos semanas. Realmente inaudito. Ya tuvimos una prueba del especial calendario del presidente cuando batió el récord de tardar en nombrar portavoz del Gobierno. Barbón formó el actual Ejecutivo de coalición en agosto de 2023 y hasta el 12 de enero de 2024 no fue nombrado portavoz el consejero Guillermo Peláez. Desconozco que una práctica así tenga precedentes en nuestro orbe democrático. Nieves Roqueñí tendrá que esperar, también, catorce días para ejercer el cargo, pero los protocolos portuarios no tienen la exigencia de las principales instituciones del Estado, como son los gobiernos autonómicos.
Puestos a ser optimistas hay gente que dice que la pausa se otorga para que el recién nominado forme su equipo, lo que también sería una novedad de dimensión europea. No seamos ingenuos. Los equipos de los nuevos consejeros resultan de un conjunto de nombres que se amalgaman en el despacho del presidente del Gobierno. No es preciso apellidarse Sánchez para tener esa prerrogativa. En eso no nos diferenciamos del resto.
Otro rasgo diferencial, que se puso de manifiesto hace un año, y también en el presente, es el papel predominante de los rótulos de las consejerías en las remodelaciones del Ejecutivo. En esta materia se nota que Barbón disfruta, cambiando competencias, alargando las denominaciones, realizando fusiones de departamentos, etc. Con una política conservadora que se basa en mantener a los consejeros excepto si quieren abandonar el Gobierno (Ana Cárcaba, Pablo Fernández) o ubicándolos en otras instituciones cuando están quemados (Roqueñí, Melania Álvarez) o cuando resultan incómodos (Enrique Fernández), al presidente Barbón le queda un amplio margen para hacer pruebas con los nombres. No siempre salen bien.
En esta remodelación sólo hay un consejero/a nuevo y, sin embargo, cambian tres consejerías de nombre. La Transición Ecológica ya no irá acompañada de Desarrollo Económico, sino de Comercio. Que en este caso significan los mismo. Demuestra un gusto por la tautología. Por cierto, es curioso que un Gobierno que no tiene cartera de Economía, tenga dos consejerías con competencias económicas: Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Económico; Ciencia, Empresas, Formación y Empleo.
Segundo cambio. La Justicia, que tenía acomodo en una viceconsejería, tendrá un hueco en el frontispicio de la Consejería de Hacienda y Asuntos Económicos que se pasa a llamar, Consejería de Hacienda, Justicia y Asuntos Económicos. Desde una perspectiva funcional y de valoración de la carga competencial, Justicia estaba mucho mejor tratada bajo el formato de viceconsejería.
Tercer cambio. Nombre nuevo: Consejería de Movilidad, Cooperación Local y Gestión de Emergencias. El afán de jugar con los nombres ha hecho que el Gobierno se haya quedado sin una consejería de Fomento o Infraestructuras. Hay que ser muy posmoderno para sustituir Infraestructuras por movilidad, que es un término ambiguo, más cercano a los servicios sociales que a las carreteras. Y puestos a retocar todo, se borra la Prevención de Incendios, una denominación apta para el entendimiento de niños de cinco años, por un aséptico Gestión de Emergencias, que no sé si alude a bomberos o a informáticos. No es broma. Hace unos meses, se realizaba la evaluación de diagnóstico con miles de alumnos del Principado. Falló el acceso a la plataforma de las pruebas y un informático hiperventilado lanzó un mensaje dramático: «Veremos cómo salimos de ésta. Aborten misión hasta nuevo aviso»».
Entre las singularidades tiene un lugar de honor la respuesta del socio del Gobierno al presidente. Quejas por no avisar con más antelación de los cambios y convocatoria del máximo órgano colegiado para dar la conformidad o el rechazo a la nueva consejera. Habrá que analizar, con detenimiento, lo que hizo en el pasado.
No me nieguen que tenemos una práctica institucional singular.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.