Adrián Barbón constituye la Oficina Económica de la Presidencia, un órgano de apoyo al presidente del Principado, compuesto por un jefe y dos subjefes, uno de ellos dedicado a la planificación y la política económica y el otro centrado en los proyectos estratégicos. Las dos ... áreas acumulan diversos objetivos («asesoramiento económico estratégico», «seguimiento proyectos estratégicos», «facilitar la atracción de inversiones», «supervisar la ejecución de proyectos prioritarios», «impacto del análisis de las medidas económicas del Principado», etc.); la Oficina Económica va a relacionarse fundamentalmente con las consejerías y las empresas. Al parecer, la idea de crear este departamento surgió de los empresarios.
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A falta de datos más concretos, la Oficina Económica tiene asignada una función que desborda lo que puede ser una oficina de asesoramiento: representar al presidente del Principado en foros, reuniones y eventos relacionados con el desarrollo económico. Al presidente lo representan la vicepresidenta y los consejeros del Gobierno, nunca los 'fontaneros'. En la entrevista del pasado domingo, en estas páginas, Barbón decía que en la Oficina Económica se haría un trabajo discreto, «sin protagonismo público». Justo lo contrario de acudir a los foros en nombre del presidente.
Tengo la impresión de que en la Oficina Económica confluyen dos proyectos. Uno basado en agilizar la relación de la Administración con las empresas y otro, en importar el proyecto de la Oficina Económica de la Moncloa, que es una pieza clave dentro del sistema de poder alzado en torno a presidente Sánchez. Sin que la mayoría de los ciudadanos se hayan enterado, en unos pocos años los ministerios han quedado vaciados de contenido (exceptuando la gestión administrativa) y todo el poder se concentra en la Moncloa. Desde la provisión de munición para la batalla diaria (el argumentario que recitan como loros los ministros cuando les ponen un micrófono delante) hasta el diseño de la estrategia: el Estado de accionista de referencia en Telefónica y en Indra, accionista universal de Hispasat, posición de dominio en Santa Bárbara, etc. Es probable que Barbón piense en repetir una estructura semejante a escala asturiana. El buen resultado que le da a Sánchez es un aliciente, pero hace falta perfilar muy bien los objetivos y la mecánica de actuación. Y lo más difícil: acertar con las personas. No basta con que sean técnicos discretos. Son necesarias otras aptitudes.
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