La proposición de ley para reformar el Estatuto de Autonomía, presentada por los partidos del Gobierno y la diputada Tomé, se debatirá en la Junta General del Principado la próxima semana. Como es sabido por todos, la reforma sólo pretende convertir al bable y el ... eonaviego en lenguas oficiales de la región, dejando al resto del Estatuto como está. Una iniciativa similar ya había fracasado en el invierno de 2022, pero de una forma sorprendente el presidente Barbón, aprovechando el Día de les Lletres Asturianes, el pasado mes de mayo, dio a conocer un texto con aires de soflama en el que pedía la oficialidad de la llingua y el eonaviego porque «no podemos esperar más».

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Para que la proposición de ley logre el objetivo buscado es preciso que el PP o Vox voten a favor de la oficialidad de las lenguas vernáculas, porque se necesita una mayoría parlamentaria reforzada de tres quintos de los escaños (27). Hay veintitrés diputados de izquierda. Aunque se les sumara Adrián Pumares (Foro), quedarían lejos de lograrlo.

Todo esto es conocido desde la noche electoral, así que la iniciativa del Gobierno es de cara a la galería. Por eso, a la hora de justificarla los argumentos son tan endebles. Dolores Carcedo, portavoz del grupo socialista, afirma que presenta la proposición de ley para «mostrar una posición mayoritaria».

Precisamente el flanco débil de la propuesta está en el escaso respaldo parlamentario. Podrá ser racional o irracional la petición de oficialidad, pero de lo que no cabe duda es de la falta de apoyos que la convierten en una iniciativa artificiosa, sin sentido ni trascendencia. Ningún Gobierno, en su sano juicio, registra proposiciones de ley sabiendo que van a ser rechazadas.

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Detrás de la cuestión de las mayorías hay una inaceptable transgresión del espíritu del Estatuto de Autonomía de Asturias, que fue elaborado y aprobado por una inmensa mayoría de la Asamblea de Parlamentarios y Diputados: 41 votos a favor y 2 en contra. Es vergonzoso que cuatro décadas más tarde se intenten sacar adelante reformas estatuarias –como se hizo en el anterior mandato– con los votos de la izquierda más un escaño de Foro. Por esa vía, podrá aprobarse el estatuto de los asturianos de izquierda, pero no el Estatuto de Asturias.

Esa forma de actuar, muy del estilo de Pedro Sánchez, degrada las instituciones y no deberíamos imitarla. No se pueden oficializar lenguas desde una ideología concreta. Las lenguas se hablan, no se imponen desde una élite de políticos y colectivos subvencionados.

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