Adrián Barbón confirmó lo que ya era de dominio público: Nieves Roqueñí será la nueva presidenta de la Autoridad Portuaria de Gijón. La actual directora general de Energía y Minería, Belarmina Díaz, la sustituirá al frente de la Consejería de Transición Ecológica. Al presentar las ... novedades, el presidente del Principado hizo unas loas y halagos de Roqueñí que habrían servido para avalarla como titular de cualquier responsabilidad pública asturiana, española o europea. Para quien está al frente de un equipo de gobierno tiene que ser muy duro desprenderse de una persona tan valiosa en el terreno profesional como en el político. Barbón llegó a decir que la Consejería de Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Económico era «la envidia de todas las comunidades autónomas». Desde luego, es una consejería singular, porque no conozco otra semejante que reúna bajo su rótulo intereses tan diversos, que van desde la ecología hasta el desarrollo económico, pasando por la industria. En el resto de regiones las consejerías homólogas tienen intereses más limitados. La nuestra, sin embargo, se apoya en tres patas y, aun así, todavía camina coja. Tampoco conozco a otra que se metan en tantos líos.

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La dimisión de Laureano Lourido de la presidencia de la Autoridad Portuaria de Gijón dejó vacante una plaza que enriquece el currículo de cualquier político asturiano. Una ocasión pintiparada para relevar a una consejera de Gobierno que se había desgastado en la gestión diaria. Seguro que Roqueñí tiene sobrados conocimientos técnicos, pero en Asturias todo lo que tiene que ver con la industria y el medio ambiente se debate, fundamentalmente, en clave ideológica. En la anterior legislatura tenía un guía para no tropezar en las piedras, pero en este mandato se hizo más palpable su incapacidad para resolver problemas que sólo admiten soluciones políticas. Desde su llegada al poder, Barbón optó por nombrar consejeros de bajo contenido político. Esa carencia la suple con una catarata de declaraciones semanales que acompaña con largos ‘hilos’ en redes sociales; y con la figura de la Vicepresidencia, que ningún presidente del Principado incorporó al organigrama.

El primer flash mediático nunca engaña: la noticia está en la salida de Roqueñí, no en la llegada de su directora general, Belarmina Díaz, al cargo de consejera. No se trata de impulsar El Musel, sino de reparar el Gobierno. Le doy la vuelta a la frase de Rubalcaba: en la política asturiana nunca es lo que parece.

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