La marcha de Laureano Lourido de la presidencia de la Autoridad Portuaria de Gijón va a dar paso a una remodelación del Gobierno asturiano. No debería tener nada que ver la vacante en el puerto con una recomposición en el Ejecutivo de Barbón, pero las ... últimas remodelaciones del Gobierno han estado propiciadas por cambios en otras instituciones.
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Como ya es habitual en nuestra clase dirigente, Lourido se marcha sin dar explicaciones, por eso se echa mano del argumento habitual: «Cerrar una etapa». A falta de certezas se recurre a las cábalas: la caída de tráficos, los problemas con el vecindario por la contaminación del puerto o la intervención de una altísima dirigente de la FSA. Omito otras explicaciones más propias de la leyenda de los puertos de las que ignoro su veracidad. El caso es que Lourido se va y el Gobierno asturiano entra en fase de provisionalidad. La consejera de Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Económico se convierte en firme candidata para ocupar el sillón de Lourido a juzgar por lo que se filtra desde el Ejecutivo. A lo largo de su trayectoria política Nieves Roqueñí no estuvo relacionada con el tráfico marítimo, pero ha sufrido un gran desgaste como consejera de Gobierno. No supo resolver el largo conflicto de ITVASA (inspección técnica de automóviles), presidió Cogersa en la etapa de los incendios –sin contar con seguro de incendios–, tuvo varios desencuentros con IU y hace unos días pedía Foro su dimisión como miembro del Gobierno por «razones estéticas», al ser la máxima responsable de la minería en Asturias, cuando una empresa minera, en la que trabajan familiares directos, realiza sondeos en la región. Este tipo de avatares son los que la hacen idónea para ocupar la presidencia de la Autoridad Portuaria de Gijón. Es una forma muy curiosa de proceder, pero no es la primera vez que el presidente Barbón aprovecha el hueco que queda en instituciones o empresas públicas para colocar a miembros de su equipo desgastados ante la opinión pública.
La combinación más ambiciosa, propia de un ajedrecista avezado, fue la que planeó Barbón hace un año: el senador, por designación autonómica, Enrique Fernández, se fue a la presidencia de Hunosa dejando el escaño libre (a los cuatro meses de ocuparlo) para que Melania Álvarez se instalara en Madrid. Una forma indolora de cese (el colapso de las ayudas a la vivienda). La combinación se cerraba fusionando Cultura con Derechos Sociales, pero fracasó. Espero otro ejercicio de audacia de Barbón.
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