No vamos a retrotraernos a los tiempos en que Zapatero decía que en 2010 entraría en uso la variante de Pajares, sino al pasado mes de noviembre, cuando en el convoy de pruebas iban el presidente del Principado y la ministra de Transportes, acompañados del ... séquito oficial. Un viaje pleno de optimismo, posando ante la boca del túnel con el chaleco reflectante y la mirada teñida por la Historia, como Napoleón ante las Pirámides: «Es el fin del aislamiento y se abrirá una etapa de oportunidades». El aislamiento acabaría en mayo. No había duda, los trenes vendrían cargados de turistas, como anticipo de un verano turístico sin precedentes.

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Llegó mayo y en los túneles siguen los trabajos, perforando galerías de evacuación y trazando rutas de escape para las ambulancias. En definitiva, trabajos de seguridad que ya estaban previstos cuando se realizó el viaje de pruebas en noviembre. Al parecer, la ministra y sus altos cargos manejaban una información incorrecta. No estamos ante un suceso imprevisto, como los trenes que no cabían por los túneles, sino ante una secuencia de trabajos normal, que, valorada por un capataz con experiencia, hubiera dado como resultado descartar mayo como fecha de finalización de la obra. Desde el Ministerio de Transportes se anuncia, ahora, el fin de los simulacros de seguridad para septiembre, pero no nos han dicho la causa que demoró en cuatro meses los trabajos en los túneles.

Para realizar el anuncio oficial de la apertura de la variante viajan hasta Asturias, el secretario general de Infraestructuras, Xavier Flores, y la presidenta de Adif, María Luisa Domínguez. El plan inicial sufrió una pequeña modificación, pura minucia: no sabremos cuándo empezarán a entrar los trenes en servicio (la fecha que le interesa conocer a los asturianos), sino cuándo el expediente de la variante quedará en manos de la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria. Bienvenidos sean los avances en las ventanillas administrativas, pero la clave está en conocer el mes, día y hora en que los trenes atravesarán la variante. Metidos, otra vez, en los laberintos de la burocracia, se abre un nuevo interrogante sobre la inauguración de los túneles. La experiencia reciente, en otras líneas de alta velocidad, cifra entre dos y cuatro meses el tiempo que transcurre entre los simulacros de seguridad y el funcionamiento de la línea. Dicen que ahora se sigue una variante burocrática más rápida, pero no seré yo quien ponga la mano en el fuego por el acortamiento del plazo.

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