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Miré casualmente el retrovisor del coche. Era la vuelta a casa tras otra apasionada jornada de redacción en el decano. Fue cuando contemplé tan entrañable imagen que jamás he borrado, por penetrante. Un silencioso y tímido joven de las cuencas, en prácticas ilusionantes para él ... aquel verano en el periódico, recibía, ya de noche, una tartera de mano de su padre. Difícil encontrar mayor complicidad familiar en una apuesta de futuro, pensé. Había asistido involuntariamente al inicio de una atesorada carrera profesional para un periodista de raza y amigo de bien, que ahora corta de raíz un malvado infarto.

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elcomercio Aquella tartera