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Antonio Guterres, secretario general de la inútil e inoperante ONU, organismo tan inane como el costoso y vetusto Senado español, ha avisado a la humanidad de que estamos a las puertas del infierno. Guterres se refiere a que el bestial consumo de combustibles fósiles por ... la circulación de vehículos y las industrias ha generado males en serie, como los que este verano han asolado al planeta, antes azul, ahora ahumado. Sequías, lluvias torrenciales, ciclones, tormentas y misiles de granizo, incendios forestales, calores de olla a presión, ruina agraria, funestas hambrunas en el cuarto mundo y mil temores más. Sin descontar el miedo a que el gran asesino ruso decida dirimir su guerrita colonial con armas parejas a las que usaron los americanos en Hiroshima, esas que sí calientan el ambiente. Y sin contar los miles que hoy se desplazan a pie o en patera a buscarse la vida en algún paraíso, o a conservarla, como los armenios de la diáspora de Nagorno Karabaj.
El Guterres ese viene a expresar la misma queja de aquel cerebro privilegiado llamado George W. Bush, el de los 'bushismos', que decía: «Estamos al borde del abismo. Habrá que dar un paso adelante». Y es que como la humanidad está perdiendo el norte y el seso, nos vemos aparcados en la antojana de las puertas del infierno, a la espera de esa extinción que ya asoma por los roídos bajos y altos de las pirámides demográficas. Talamos selvas para hacer parques naturales. Trabajamos como locos en lo que no nos gusta para comprar lo que no necesitamos. Los jornaleros votan derecha y piadosas mujeres son partidarias de la sumisión al macho y a la religión, como afganas de velo y saya integral. Ignoramos, o fingimos ignorar, que este año ya van cincuenta asesinatos machistas, resultado de una educación aviesa que ocasiona niños pornógrafos y violadores con chupete. Por si fuera poco, desde el exterior llega la amenaza del asteroide Bennu, un pedrusco que se acerca a nuestro averno para sumarse a la fiesta, como si no tuviéramos bastante con los terremotos de Marrakech o los volcanes incandescentes. Y para más inri, del interior ibérico llega la novia del cura Paco, casto célibe, y con vídeos denuncia que su Paco 'Osborne' le pone los cuernos con feligresas a las que previamente droga para que no confiesen sus pecadillos.
Puede que el Guterres ese tenga razón, y que ya estemos a las puertas del infierno. Solo que ahora es el propio Satanás el que nos va a impedir el paso para que los malos de esta humanidad no le apaguen su fuego eterno.
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