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La isla canaria de El Hierro tenía11.400 habitantes. Digo tenía, porque hoy dobla esa población, ya que le ha llegado de África una revolución demográfica en cayuco. Ya lo dice el refrán, 'cuando las ganas de comer aprietan…'. Desde siempre, y al igual que ... otros animales, el hombre necesita comer cada día. Y si para ello tiene que hacer la maleta y emigrar, empaca en la bolsa cuanto tenga y se va. La movilidad de las masas humanas obedece a una ley natural, similar a la que obliga a los estorninos a sobrevolarnos en otoño. Y esa ruta africana se ha usado desde el paleolítico hasta hoy.
Y también hubo otras sendas. Recuerden que aquí se asentaron íberos y celtas. Que pronto cedieron terrenos a migrantes de pueblos superiores en técnica y cultura, que invadieron su espacio vital como si aquello fuera la casa de tócame Roque. Griegos, romanos, fenicios, tartesios, previo desalojo de los primitivos prerromanos, ocuparon fronteras interiores de la península ibérica, y eso duró lo que duró la capacidad política de sus metrópolis para mantener el control. La crisis de lo romano abrió la puerta a otros okupas barbaros, que bárbaro es quien habla con el 'bla bla bla', nómadas del norte y del este, que asaltaron el caduco imperio, ansiosos por catar un plato colmado. Hispania tuvo que acoger varias oleadas. Primero la de los suevos, que fabricaron un reino en Galicia. Luego a los vándalos, que ocuparon Hispania hasta que, hartos de depredar y de comer sin cubiertos, se trasladaron al norte de África, donde establecieron reino. Les siguieron los alanos, buen nombre de perro que, procedentes de Irán, arribaron a Europa con tanta hambre como hunos de Atila o mongoles de Gengis Kan. En seguida fueron barridos por los visigodos, los otros bárbaros de aquella lista de 33 reyes que memorizábamos en la escuela, la que empieza por Ataulfo y acaba con Rodrigo. Los godos fueron desalojados de su espacio por pueblos árabes y bereberes que sufrían apreturas de hambre y ganas de conquista. Y estos últimos fueron desahuciados más tarde a patadas por monarcas astur-aragoneses que pronto montaron aquí dinastías autóctonas. Que con el tiempo, y a causa del apretón de la maldita hambre, iniciaron la ocupación de territorios ajenos. Por tierra y por mar, como si fueran ingleses o franceses, la progenie de los Pelayos de Covadonga se dedicó a organizar la emigración que les permitió ocupar un nuevo mundo, tan desconocido que hasta el propio dios creador lo ignoraba.. Y entonces, ¿es problema la superpoblación de El Hierro? Bah….
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