De nuevo resuenan cañones, ahora en Sudán, para resolver al estilo africano un conflicto entre matones armados para su guerrita particular. Para comprender por qué se repite tanto la imbecilidad inhumana en ese continente, lean el libro de Albert Sánchez Piñol, 'Payasos y monstruos', donde ... se da un repaso a la biografía de los Idi Amin Dadá, Bokasa, Mobutu, Obiang y tantos otros asesinos que se han aupado a los tronos presidenciales de tan malhadado territorio. África tiene menos habitantes que China o que India, pero es incapaz de alimentarles. Por eso, de vez en cuando y para deshacerse de los excedentes, emprenden sangrías demográficas que, en su caso, se hacen con sangre de la de verdad. Recuerden el millón de muertos habidos en Ruanda tras la pelea racista entre hutus y tutsi. Y también a los actuales suicidas que optan por adentrarse en la mar remota a bordo de inservibles pateras para huir a algún paraíso que pronto se les volverá infierno, (mira cómo berrean los forofos a los jugadores negros en los estadios). Lo africano acaba de tener un reflejo menor en el vecino Yemen, en donde el reparto gratuito de unos pocos euros atrajo a una multitud que sucumbió aplastada por la avalancha de su propio peso.
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Las tragedias africanas a menudo suenan a comedia, y viceversa. No pueden dar de comer a los suyos, pero con 40 años la ugandesa Mariam Nabatanzi ya tenía 45 hijos. No al condón, pero sí al machetazo. Gracioso el método usado en Tanzania por el taxista reconvertido en pastor de la secta Iglesia de la Buenas Nuevas, Paul Mackenzie Nthege, que para encontrarse con Jesús en el cielo aconsejaba a sus fieles un ayuno extremo. 80 cadáveres lleva ya desenterrados la Policía. Lo cual recuerda a Yamasukro, Costa de Marfil. Ahí, otro agilipollado padre de la patria, Félix Ouphouet Boigny, edificó una réplica exacta del Vaticano en mitad de la nada. ¿No querían caldo? Pues dos tazas y un san Pedro para que bramen en vano. Y si observan la pirámide de población de Malawi, país pobre entre los pobres, verán que la mitad de los niños recién nacidos ahí nunca cumplirán los veinte años. Aunque también esa es tierra de superhombres. Lo demuestra el hecho de que si dejas a uno de sus muertos de hambre unas zapatillas deportivas, en maratones superará sin despeinarse a cualquier europeo blanco bien nutrido. Europeo que aunque lo desconozca, también es negro, pues la tribu humana al completo, hemos salido de África. O si no, observen sus propios lunares y verán cómo los 'homo sapiens' aún conservamos en ellos la negritud de origen, una negrura que todavía pervive concentrada en nuestros lunares y pecas.
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