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Inflación demográfica

Los humanos nos bastamos solos, sin recurrir a la ayuda extraterrestre, para hundirnos y acabar sin recursos

Martes, 7 de enero 2025, 01:00

Acaba de morir Jimmy Carter a los 100 años. Si se tiene en cuenta que la esperanza de vida en el siglo XIX estaba por debajo de los 40 años, ya adivinan en qué consiste esta inflación demográfica. Poco hijo y mucho viejo, escasos contribuyentes ... y numeroso pensionado equivalen a lo de salarios bajos y precios por las nubes que definen la inflación económica, solo que en la demográfica la cosa depende de la copulación. El mejor referente de lo que nos espera no está en Jimmy Carter ni en tantos supervivientes, como ese Rodolfo Martín Villa, del 1934 como Brigitte Bardot, o el Peñafiel del 32. La mejor muestra del porvenir es la ugandesa Mariam Nabatanzi, prolífica mamá que todavía está en edad de procrear y ya va por los 44 hijos, sin usar anticonceptivo porque allí los hijos son la única seguridad social para la vejez. Por eso procrean tanto, y por eso pateras y cayucos van a tope, soltando en el viaje muertos que dejan de soñar, mientras por popa otros avistan este falso paraíso europeo de viejos a los que cuidar porque usan pañales y sillitas de ruedas, y no tienen hijos aunque sí perros cariñosos. Hay un millón de latinoamericanos en Madrid, venidos de zonas geográficas que conocen el condón sólo de oídas. También hay mucho despreocupado por esta galopante inflación demográfica que solo se regularía con condones. No con guerras, como la que tiene montada el asesino Putin contra Ucrania, que entre muertos y heridos da una cifra que excede el millón de víctimas. También Palestina, Gaza para entendernos, con sus 45.000 gazatíes borrados del censo a bombazos, que siempre habrá gente interesada en remediar por las bravas el conflicto demográfico, y ahí también se van sumando con su aporte balístico, que no farmacológico, los Sudán, Nigeria, Afganistán y Pakistán. Y también las pandillas que asolan Haití u Honduras, sin olvidar los 90 asesinatos diarios que se producen en México. En la contabilidad de la inflación poblacional entra con medalla de oro esa burrada de 3.000 millones de chinos e indios que pululan por el oriente asiático. Si decidieran moverse hacia el oeste como hacen los jóvenes africanos hacia el norte, ¿cabríamos? Mira Las Canarias, están que revientan, y eso podía ser un boceto del futuro que nos espera. Es posible que no haya que esperar al apocalíptico meteorito de la película 'No mires arriba'. Los humanos nos bastamos solos, sin recurrir a la ayuda extraterrestre, para hundirnos y acabar sin recursos. Nos basta con copular a lo loco y sin seso. Como la Mariam Nabatanzi.

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