Los argentinos han vuelto a acertar por seguir al pie de la letra el consejo de Discépolo en el tango 'Cambalache', cuando afirma que «hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador». Convencidos de que «los inmorales nos ... han 'igualao'», ellos han tirado por la calle de en medio y han sacado de las democráticas urnas a un imbécil que con el lema '¡Al carajo!' va a llevarles de Guatemala a Guatepeor. Milei, un patético, histérico y alucinado faltón biopsicosocial, tiene por asistentes a una hermana analfabeta, a Conan, un perro muerto que le asesora a través de médiums, y a la vicepresidenta Villarruel, ninfa ultraligada a Vox, hija, sobrina y nieta de aquellos militares que durante la dictadura consideraron que la buena política consistía en el asesinato y la tortura de oponentes en la tétrica ESMA. Milei ha arribado para repetir historia. Ya llama «zurdos de mierda» a la izquierda de su país, y blande una amenazadora sierra mecánica como el malo de 'La matanza de Texas'. Espero y deseo que la manifiesta invalidez mental y las manías obsesivas de este casposo bipolar le arrumben a un final tan glorioso como el de nuestro Felipe V de Borbón, aquel rey que acabó creyéndose una rana. O al de su hijo Fernando VI, que desnudo y a cuatro patas mordía cual perro a sus cortesanos, y les disparaba bolitas fabricadas con su propio excremento.

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Ya nos habían aguado el fin de año Putin, Netanyahu y Hamás y, ahora, para más inri, se suma al caos este cretino. Habrá que pasar página y mirar para otro lado, pues toca celebrar la fiesta del 'Verbo que se hizo carne', críptico apelativo solo apto para médiums, tontos crédulos o similares. La Navidad, heredera de las juergas romanas denominadas Saturnales, en las que el pueblo se desmadraba como en un carnaval, suele ser hoy fiesta familiar. Y también popular, mercantil y deportiva, pues en ella algunos ediles compiten por ver quién lo tiene más largo, y me refiero el árbol, claro. Que ahora la carne ya no proviene del Verbo, se compra en los Alimerkas y es de vaca, pollo o conejo, y combina con turrones, peladillas y fruta escarchada, un condumio que debería facilitar el cambio de chip, la relajación vital y el olvido del desorden que nos rodea y amenaza en este fatal diciembre de Gazas y Ucranias desgarradas. Lo que no podremos evitar es que, como cada año, se asome al televisor ese histriónico y artrítico galán local que danza un baile bufo al ritmo del 'ropopompón', mientras vocifera el villancico de 'El Tamborilero'. Verás tú.

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