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Pocos recordarán cuando en la España de la Transición se generó cierto debate sobre la manera de llamar a tu pareja en sociedad. Algo debía rechinarles a los nuevos demócratas al usar expresiones como mi esposa, mi parienta, la jefa o mi consorte. Así que fue un tiempo de propuestas del tipo: mi compañera de vida, la persona con la que vivo o la madre de mis hijos. Por entonces, el brillante Forges pintamoneó un chiste que me sirve para eso de lo que quiero hablar. Sometido a la terrible situación de tener que presentar a su mujer y a su amante, uno de sus pequeños y calvos hombrecillos pronunciaba la frase: «Aquí, mi señora; aquí, un conocimiento».
Doy otro salto que –se lo prometo– acabará teniendo sentido al final de este artículo. Por circunstancias, soy un asiduo paseante de la Plaza del Callao, en Madrid, y, gracias a eso, he podido presenciar un delirio que, creo, habla mucho de la sociedad que tenemos ahora y de la que venimos. Recuerdo mi prevención, antes de la pandemia, de evitar la histórica plaza los jueves. Me recuerdo, digo, acicalándome para salir a pasear y diciéndome: «Pero hoy por Callao no vamos, que es jueves». El motivo de esa excepción era que los jueves había, inevitablemente, estrenos en los cines de Callao. A veces hasta tres, con su alfombra roja, sus señoras gritándole a una estrella, su 'photocall', sus limusinas blancas parando el tráfico de los autobuses de aquellos que volvían a casa agotados de freír calamares.
Hasta que aquello se tuvo que acabar. Hoy no existen los jueves en Callao. Porque todos los días lo son. No hay día que no deambulen operarios tirando las figuras de cartón pluma del día anterior a un contenedor, cambiando la alfombra roja por una verde, encalando carteles del estreno de hoy, que mañana será destruido. Hemos acelerado el tiempo en que hay que haber visto, leído, sabido las cosas; a cambio, por supuesto, de tratar de pillar al paseante distraído, cual trileros del conocimiento, intentando cazarle desprevenido, desarmado. Como en el timo de la estampita, aprovechándonos de su ambición de saber, en este caso, para llevarnos el fajo que lleva en la cartera.
Estas son las 337 cosas que tienes que saber sobre el conocimiento.
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