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Pérez-Reverte ha escrito en su columna 'Patente de Corso' de 'XLSemanal' de manera trepidante e interesante sobre cómo el 'woke' ha sido la causa ... de la llegada de la derecha nacionalista y radical al gobierno estadounidense y cómo esta misma tendencia se observa en otros países en Europa y cómo podría afectar a la política española. El ritmo fenomenal y brutal del artículo, plagado de ingeniosidades e insultos a políticos, es típico de este escritor y una obra maestra. Cuando uno llega a la última línea tiene la impresión de que no ha quedado títere con cabeza. ¡Ay, quién pudiese escribir como él! Sin embargo, su posición con respecto a la influencia del 'woke' en política es demasiado reduccionista: la causa de la vuelta de la derecha al Gobierno estadounidense no ha sido este popular fenómeno.
Otros factores influyeron mucho más. El hecho de que Biden no estuviese en condiciones físicas y mentales para presentarse a la reelección tuvo mucho que ver. Y este factor se agravó porque los miembros de su partido reconocieron esas incapacidades demasiado tarde. Eso llevó a que la candidata que le reemplazó no tuviera tiempo para prepararse –apenas más de un año, mientras el equipo de Trump preparó su vuelta durante cuatro– y a que fuese elegida sin unas primarias, sin que el debate y el consenso interno la convirtiesen en un candidato indiscutible. Otro factor que contribuyó a la derrota demócrata y que nada tiene que ver con el 'woke' fue la inflación. El ciudadano tenía que rascarse más y más el bolsillo cada vez que iba al supermercado o a la gasolinera y la administración de Biden no supo explicar las razones de la inflación ni ponerlas en el contexto adecuado. Y fue la inexistente 'mala economía' la que llevó a que las clases más desfavorecidas y perjudicadas votasen a los Republicanos. Por último, no debemos olvidar que la guerra en Tierra Santa dividió a la izquierda y Biden perdió partes del electorado, sobre todo de los jóvenes, por su falta de oposición al conflicto bélico.
De todos modos, Pérez-Reverte levanta la liebre sobre la importancia del 'woke' en la política. Y aunque él habla del 'woke' de izquierdas, existe también uno de derechas, así que la evolución de este fenómeno en la política estadounidense lo ha llevado a convertirse en una ideología bipartidista. Pero, ¿qué es el 'woke'? El término 'woke' tiene su origen en el inglés de los negros estadounidenses y con él querían despertar («woke» se podría traducir por «despertar») la conciencia de los ciudadanos sobre las injusticias sociales, especialmente las raciales. La derecha ha sabido reutilizarlo, exagerando las contradicciones y los matices irracionales, y dado un tono peyorativo para criticar las ideas y políticas progresistas, especialmente las relacionadas con la raza, el género y la justicia social.
Por ejemplo: los ciudadanos de derechas han criticado varios aspectos de la cultura y las políticas del 'woke' izquierdista, tachándolos de excesivos o divisivos. Para ellos el 'woke' promueve la idea de que todos los estadounidenses blancos son racistas y que siente amenazado su «privilegio blanco», un status superior debido simplemente a la raza. Esta perspectiva es divisiva e injusta, ya que generaliza la culpabilidad en función de la raza y no de las acciones de cada individuo, como debería ser. Los conservadores critican lo que perciben como una extralimitación en la vigilancia del lenguaje y la expresión cultural, lo que conlleva a la cancelación de ideas de derechas sin que puedan ser ni siquiera sometidas a debate.
Algunos conservadores, junto con algunos críticos de izquierdas, consideran que la política de identidad fragmenta a la clase trabajadora y desvía la atención de cuestiones sociales más amplias hacia problemas menores de grupos minoritarios. La derecha critica a las empresas por adoptar políticas 'woke', como las iniciativas de diversidad e inclusión, que consideran superficiales u oportunistas, porque atentan contra la meritocracia. Los conservadores se han opuesto a los programas educativos que incorporan ideologías de justicia social en los planes de estudio, como la enseñanza sobre el racismo sistémico: en las clases de matemáticas y ciencias se ponían ejemplos que implicaban adquirir una conciencia social, que sería una muestra de que están excesivamente politizados y socavan la educación tradicional. La derecha ataca a las políticas que apoyan a los transexuales, como permitirles utilizar lavabos y practicar deportes o estar en celdas de prisiones acordes con su identidad de género.
Un tema distintivo del 'woke' son los pronombres, que se han convertido en un símbolo del movimiento centrado en la inclusión, la identidad con un desafío a las normas tradicionales. Pero que no han sabido resolver eficazmente las complejidades y controversias que rodean estas cuestiones. Estos aspectos son bien conocidos y la clave está en cómo un concepto que apunta al progreso cuando es manipulado puede llegar a molestar a una gran parte de la ciudadanía, molesta por los excesos y la apariencia de que les será impuesto sin posible discusión.
Es menos conocido el 'woke' de derechas. El concepto de «woke de la derecha» hace referencia al modo en que los conservadores han adoptado elementos de la política de los movimientos progresistas, pero con un giro conservador. En la cultura del agravio blanco se presenta a los estadounidenses blancos (y en general a los blancos, por ejemplo y recientemente, a los sudafricanos caucásicos) como víctimas de injusticias sistémicas o de una discriminación inversa que mantiene que están siendo oprimidos por las normas sociales progresistas. Hay también un rebrote del nacionalismo cristiano, que destaca el papel del cristianismo en la identidad estadounidense y a menudo presenta a los cristianos como atacados por las élites seculares o por otras religiones. Además, los conservadores han lanzado campañas contra las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión y la teoría racial crítica, que perciben como amenazas a los valores tradicionales y a la libertad de expresión. Una manera de sistematizar este tipo de 'woke' ha sido la elaboración del proyecto 2025 que incluye planes para desmantelar las protecciones de los derechos civiles y restringir los derechos LGBTQ+ utilizando tácticas que reflejan las estrategias organizativas y retórica woke de los movimientos progresistas. El 'woke' derechista hace uso de narrativas emocionales para presentar a los conservadores como víctimas de la censura, la corrección política o la injusticia social. Esta estrategia puede incluir denunciar que los puntos de vista conservadores son suprimidos o marginados en los principales medios de comunicación e instituciones educativas, lo que llevará, como mecanismo defensivo, a censurar a ciertos medios de comunicación y penalizar a las instituciones educativas que, teóricamente, respaldan la agresión al hombre blanco.
Los dos tipos de 'woke' presentan rasgos comunes como presentar a sus grupos con una exagerada fragilidad emocional, víctimas de las amenazas excesivas y el castigo injusto. Y denuncian la censura o la cancelación de las opiniones discrepantes. Este estilo de política suele dar prioridad a la indignación instintiva, a las emociones más bajas, al rechazo inmediato, incluso al odio, sobre el debate matizado. Estrategias políticas que en España suelen utilizar con frecuencia algunos miembros de los partidos políticos de Vox y Podemos, y también los independentistas catalanes y vascos.
Sea como sea, y a pesar de su poco peso muerto, el 'woke' llena los titulares de la prensa y juega un papel propagandístico innegable en la propaganda política, particularmente durante las elecciones. Ambos bandos la utilizan para enmarcar sus narrativas y movilizar apoyos con una política más emotiva e identitaria. Sin embargo, los temas cruciales de las elecciones suelen ser otros y la economía permanece como el mayor motor que guía a los votantes. Entender lo que es el 'woke' y cómo lo utilizan la izquierda y la derecha ayuda a juzgar la situación política con la cabeza y no con el corazón o la bilis. Debemos impedir que este fenómeno cultural y político tan popular nos impida ver las tradicionales divisiones izquierda-derecha. Porque los temas que realmente afectan la calidad de vida del ciudadano casi nunca están representados correctamente por ninguno de los dos 'woke'.
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