Dadme una palanca y un punto de apoyo y moveré el mundo». Ésa frase atribuida al sabio griego Arquímides es aplicable a los tipos de interés, porque con ellos se puede manejar la economía. Otra cosa es que se acierte con la palanca y con ... el punto de apoyo, cosa que no es fácil, sobre todo porque la realidad económica es cambiante e incierta siempre. Y los tipos de interés son, ahora, objeto de máxima controversia tanto en Estados Unidos como en el resto del planeta. No hay escuela económica (Friedman, Hayek, Krugman, Prescott, Sollow, Stiglitz, etc.) que no reconozca la poderosa influencia de los tipos de interés en el mundo económico. Otra cosa es acertar con el manejo de esa palanca.
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Para empezar, en EE UU hay un pulso entre Trump y Powell ya que defienden ideas opuestas respecto al tipo de interés idóneo. Hay que tener en cuenta que el propio Trump nombró a Powell en el año 2017 como máximo mandatario de la FED y, posteriormente, el demócrata Biden lo mantuvo en el cargo y ahora parece que el propio Trump lo va a relevar del puesto. La FED (Reserva Federal o Banco Central de Estados Unidos) tiene un doble mandato u objetivo que consiste en conseguir el pleno empleo y el control de la inflación y, aunque es difícil simultanear ambas metas, en muchas ocasiones allí lo consiguen. En cambio, en Europa, el BCE (Banco Central Europeo) sólo tiene como misión conseguir el control de la inflación y es obvio que no siempre lo consigue, pero es que desde que el gigante (por talla intelectual y financiera) Mario Draghi dejó el cargo la institución deambula con más pena que gloria, tal como lo hace la propia Europa. El italiano llegó a ejercer casi de líder europeo en unos momentos de absoluta carencia de líderes icónicos en el viejo continente.
El problema actual es que en Estados Unidos, debido al vigor de su potentísima y flexible economía, hay atisbos de tensión inflacionaria que Powell quiere atajar de raíz, siendo reacio a una bajada de tipos de interés. Powell no quiere ser cuestionado en el futuro, como le sucedió al mítico Alan Greenspan, el cual pasó de ser considerado un genio del manejo de los tipos de interés y de las bolsas a ser visto como una especie de pirómano financiero que alimentó la descomunal burbuja de las hipotecas subprime del 2007. A diferencia de Powell, Trump y su mano derecha, el todopoderoso Elon Musk, defienden una bajada agresiva de tipos de interés para dinamizar la economía al máximo y revitalizar unas bolsas (Nasdaq, Dow Jones, etc.) que acumulan ya unas ganancias impresionantes en los últimos años. Otro foco de conflicto es que Trump y Musk defienden las criptomonedas en las que ven el futuro y sostienen que la Reserva Federal debería acumular Bitcoins, a lo cual Powell se opuso claramente hace días, argumentando, entre otras cosas, que era algo ilegal en estos momentos. En cualquier caso, no parece que Trump y Musk sean personas acostumbradas a perder ni que tengan mentalidad pusilánime, y todo apunta a que Powell será relevado del cargo, nombrando Trump a alguien que siga sus directrices, rompiendo la larga tradición de independencia de la FED respecto al gobierno de turno.
Las declaraciones de Musk atacando a los múltiples funcionarios de la FED, acusándolos, puede que con razón, de no ser muy trabajadores, de asistir de vez en cuando al trabajo y dejando caer la posibilidad de eliminar muchos de esos privilegiados puestos de trabajo, son todo un aviso a navegantes. Para bien o para mal, la suerte parece estar echada, en una especie de 'Alea Jacta Est', frase pronunciada por el emperador César cuando cruzó el Rubicón. Además, Musk declaró que la burocracia pública se ha convertido en un poder dictatorial y parásito. Él puede decir lo que otros piensan.
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Lo que nadie le podrá negar a Powell es que bajo su mandato la bolsa norteamericana conoció el periodo de mayor prosperidad, salvo que se produzca una hecatombe bursátil en el escaso tiempo que parece que le queda manejando esa palanca con la que mueve la economía. El ranking lo encabezaba el mandato de Daniel Crissinger (1923-1927) en los años en los que se produjo la burbuja bursátil de 'Los Felices Años Veinte' que luego desembocaría en el trágico 'Crack del 29', seguido por el mandato de Paul Volcker (1979-1987).
En cuanto a la timorata, débil y acomplejada Europa, la cosa está más difícil porque sus dos locomotoras (Alemania y Francia) están paradas. La primera porque ha cometido varios errores garrafales como el tratamiento del problema energético y su apuesta decidida por sustituir su tradicional y potentísima industria automovilística por los coches eléctricos en los cuales lo tiene muy difícil ante la competencia que viene del mercado asiático. Alemania se ha pegado un tiro en el pie. En cuanto a Francia, tiene graves problemas con los inmigrantes y los continuos conflictos que plantean los poderosos sindicatos de las empresas estatales. Con las dos locomotoras en estado comatoso y los estados sureños (Italia, España, Portugal, etc.) ahogados por una deuda pública gigantesca, parece claro que sería necesario bajar tipos de interés de forma agresiva, pero no es posible porque hay rebrote inflacionario y los precios en la eurozona van a subir en torno al 2,3% a finales de año. Es decir, Europa es un paciente con dos enfermedades y la medicina para cada una de ellas es incompatible totalmente con la otra. Mal asunto.
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Y el tercer actor en juego es China y el gigante amarillo ha anunciado su decisión de posponer las bajadas de tipos de interés en previsión de que igual esa munición es necesaria para momentos más delicados.
En cuanto a España, camina por un fino alambre y afortunadamente no podemos ni manejar los tipos de interés ni imprimir billetes. Contamos con dos grandes redes protectoras llamadas Unión Europea y Euro, las cuales nos impiden hacer más disparates… Todavía. Cuando una sociedad piensa en repartir ayudas en lugar de conseguir que las personas sean autosuficientes y que tengan un trabajo digno y bien remunerado, es una sociedad enferma.
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Pero ya dice un proverbio chino que «si quieres que un pájaro dependa de ti, mételo en la jaula y dale comida (ayudas) cada día. Si quieres que sea libre, abre la puerta y déjalo volar». La jaula no la abren porque el pájaro no volvería a entrar nunca más y lo saben.
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