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Aunque el PIB per cápita no sea el único medidor del bienestar de un país ni del de sus ciudadanos, sí es el medidor principal y es algo así como el concepto de 'condición necesaria pero no suficiente' que se estudia o se estudiaba en ... Matemáticas (ahora puede que pasar el dedo por la tablet ya sea suficiente, sin entender nada y con sacrificio cero). Es decir, un requisito que en sí mismo no garantiza el buen nivel de vida, pero que sin el mismo es seguro que una población malvive.
Dice el economista y psicólogo israelí Daniel Kahneman (Tel Aviv, 1934), Premio Nobel de Economía del año 2002, que el ser humano tiene tendencia a engañarse a sí mismo y a decir que una cosa no le interesa cuando no puede conseguirla. Esa idea ya fue reflejada en la famosa y didáctica fábula de Samaniego titulada 'La zorra y las uvas', en la cual una zorra intenta alcanzar las uvas de una parra y, después de vanos intentos, cuando ve que no logra su objetivo, se autoengaña diciendo que las uvas no están maduras y que no merecen la pena. En la línea de ese autoengaño está la idea expuesta por el economista norteamericano Joseph Stiglitz, plasmado en su famoso artículo 'El fetichismo del PIB', en el cual trata de dejar claro que no es muy determinante conseguir un PIB per cápita alto. Lo que no dice Stiglitz es que con las políticas económicas que defiende él, de corte claramente antiproductivo y centradas en repartir riqueza y no en generarla, no es posible conseguir ese objetivo de tener un PIB per cápita alto. Y como no lo consigo, pues es que no me interesaba conseguirlo.
Visto así, bajo las ópticas de Stiglitz y de la zorra de la fábula de Samaniego, no debemos preocuparnos porque España continúe retrocediendo a gran velocidad en el 'ranking' de PIB per cápita dentro de la UE y ya esté un 15% por debajo de la media. Pero la cruda realidad es más bien otra. Los propios datos facilitados por la UE indicaban que hace dos años España estaba en el centro de dicha tabla clasificatoria. Un vistazo a dicha lista es altamente elocuente. Los países que tenían dicho indicador más bajo eran, por éste orden, Bulgaria, Rumania, Croacia, Polonia, Hungría, Grecia, Eslovaquia, Letonia, Portugal, Lituania, Chequia, Estonia y Eslovenia. Excepto Portugal y Grecia, los otros once países tienen algo en común muy determinante de su situación y es que todos ellos formaron parte del llamado Telón de Acero. O sea, economías planificadas, con un grado de libertad mínimo, países lastrados por la falta de incentivos y que postraron a sus ciudadanos en la pobreza. Décadas después, y ya formando parte de la UE, ese 'club de los once' va convergiendo con el resto de países, pero aún no ha conseguido corregir el descomunal atraso con el que partían sus componentes.
Pero, ahora, los datos más recientes indican que España ya no está en el centro de la tabla y ocupa el decimoséptimo puesto del total de veintisiete países que forman la UE, habiendo sido adelantada por países como Eslovenia, Lituania y Estonia, mientras que otros como Polonia se acercan a gran velocidad y nos superarán en pocos años. Los países que lideran el 'ránking' del PIB per cápita tampoco ocupan ese puesto por casualidad, sino más bien por causalidad. Lidera dicha tabla Luxemburgo, un país que dado su pequeño tamaño no es muy representativo, yendo detrás Irlanda, Dinamarca y Holanda.
El caso irlandés es digno de estudio. Una isla pequeña, dividida en dos, en la cual el Norte forma parte de Gran Bretaña, es decir, la zona denominada Irlanda del Norte, siendo la parte sur de la isla conocida como Irlanda, con capital en Dublín. Una nación tradicionalmente agrícola y productora de emigrantes que poblaron Estados Unidos y que estuvo al borde de la quiebra hace poco más de una década, cuando la crisis de las hipotecas subprime. Pero desde entonces las cosas han dado un giro radical porque se han centrado en atraer inversores y a grandes multinacionales, con su política de impuestos bajos y flexibilidad. Los resultados están a la vista. Irlanda lidera la riqueza en Europa y Asturias, dentro de poco, la pobreza en España. Si alguien me pidiese que definiese a Asturias diría que es la 'antítesis de Irlanda'. Progreso contra atraso. Geriátrico contra juventud. Libertad económica contra intervencionismo y burocracia. Dinamismo laboral contra prejubilados. Bajos impuestos contra una presión fiscal abrasiva. Futuro contra pasado decimonónico. Pero, ya dice el saber popular que 'no hay peor ciego que el que no quiere ver'.
La situación española es fruto de políticas económicas y de empleo que han sido muy desafortunadas durante los últimos gobiernos, acentuadas de forma extraordinaria en los últimos años. Ante tal situación, conviene recordar que la misión primordial de un gobierno en política económica es facilitar que fluya la actividad económica y que pueda generarse riqueza, para luego, mediante mecanismos de política fiscal, proceder a corregir desequilibrios que pudieran ser sangrantes. Dado que no parece fácil pensar que alguien haga eso, ya que las experiencias de las últimas décadas son muy decepcionantes, conviene recordar la anécdota protagonizada por el mítico Alfredo Di Stéfano, aquel extraordinario jugador del Real Madrid que junto con el irrepetible presidente D. Santiago Bernabeu cambió la historia del club merengue. Años después de finalizar su legendaria andadura en el club blanco, Di Stéfano entrenó al Valencia en dos etapas, también con notable éxito, y en una ocasión, viendo que un portero de su equipo encajaba goles absurdos, ya que tenía una peligrosa tendencia a adornarse de forma 'palomitera' (se dice de los porteros que se adornan de forma artificial, exagerando los movimientos para parar un disparo fácil del oponente, a veces poniendo en riesgo a su equipo por tanta filigrana), le soltó una frase para la posteridad y le dijo: «No le pido a usted que pare los balones que van directos a su portería, pero por lo menos no se meta dentro los balones que van fuera».
La frase de Di Stéfano podría haber ido dirigida a los últimos máximos mandatarios que ha tenido España. Di Stéfano, hombre lacónico, parco en palabras, en otra ocasión pronunció otra mítica frase que decía «jugamos como nunca y perdimos como siempre». España va viento en popa pero las estadísticas dicen todo lo contrario. De Asturias ya mejor ni hablar (alguna vez todavía salimos de refilón en los informativos nacionales). Las uvas están verdes. Y... seguimos dominando (en burocracia telemática).
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