Qué razones puede haber para que alguien que ve venir un tren de frente no se aparte y permanezca en la vía mirando hacia otro lado? El tren no es el AVE, ni el pseudoAVE que acaba en Pola de Lena, sino las pensiones, y ... los ciudadanos que están en la vía, entre inconscientes e impávidos, son los actuales y futuros pensionistas. Recientes encuestas indican que el 91% de los españoles piensa que el sistema de pensiones no será sostenible en un futuro (supongo que el otro 9% es que no se paró a pensar en este problema). Pero, pese a ello, muy pocos ahorran para buscar un complemento a esa pensión que amenaza con fallar en un tiempo próximo. Además, curiosamente, más del 50% dice no tener miedo a dejar de cobrar su pensión en el futuro, lo cual es totalmente incoherente.

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Ante el problema de las pensiones en España, lo primero que hay que aclarar es que muchas personas creen que el dinero que han ido cotizando a lo largo de su vida laboral está depositado y custodiado en alguna parte, cuando la realidad es que no está en ningún sitio. Se ha gastado ya. Esa es la tremenda realidad y las pensiones, al igual que un sistema Ponzi, se pagan con las cotizaciones de los actuales cotizantes. Es decir, el sistema español es un 'sistema de reparto', no es un 'sistema de acumulación'. El dinero que cada uno ha ido cotizando, unido al que la empresa pagó por él, se ha gastado en pagar pensiones a quienes nunca cotizaron, en prejubilaciones, en gestiones pésimas del dinero público, etc.. Pero el dinero ya no está ahí.

Las razones por las cuales las pensiones peligran en España son las siguientes:

1. La pirámide poblacional asusta a cualquiera que la analice y lo peor no ha llegado, porque ahora comienza la jubilación de los nacidos en el 'Babyboom' en los años sesenta. A eso hay que añadir que la esperanza de vida ha aumentado, con lo cual se cobra la pensión durante más años y se cotiza durante menos, ya que la incorporación al trabajo se produce cada vez a edades más altas.

2. Es necesario un ratio de 4x1, es decir, cuatro cotizantes por cada pensionista, para que el sistema sea sostenible y para que las pensiones mantengan el nivel salarial por el cual cotizó el trabajador. En España el ratio es de 2x3 y en Asturias es de 1. Si Asturias fuese un país independiente, para que sus pensiones fuesen sostenibles tendrían que reducirse en un 75%. Subir las cotizaciones brutalmente conduciría a un gran desempleo, y un gran aumento de impuestos para poder pagar el déficit de pensiones hundiría el consumo y conllevaría una gran depresión económica. El número de cotizantes del sector privado (el público no cuenta, dado que el coste de las cotizaciones empresariales sale de los propios presupuestos públicos) ronda los 16 millones, habiendo casi dos millones de ellos que cotizan pequeñas jornadas a tiempo parcial, mientras que el número de pensionistas ya sobrepasa los 10 millones, siendo previsible que alcance los 13 millones en una década.

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3. El vilipendiado colectivo de trabajadores autónomos (más de tres millones de seres despreciados y ninguneados), en muchos casos malvive con sus pequeños negocios, fritos a fuego intenso en la sartén burocrático-telemática, y están totalmente estigmatizados y demonizados por una sociedad que vive llena de prejuicios decimonónicos. Esos autónomos, explotadores según la naif y maligna 'ideología Chanel', optan en su mayoría, dada su precaria situación económica, por elegir la base mínima que les permite la ley, para reducir los costes mensuales y poder así sobrevivir en sus negocios, aunque lo que están haciendo es comerse por anticipado su futura pensión. Pero su actitud obligada de mera supervivencia también reduce la recaudación global de cotizaciones.

Con semejante panorama, el indefenso cotizante asiste mirando hacia otro lado, y sin adoptar ninguna medida ante la debacle que le espera por las siguientes razones:

1. En Occidente, y en España en particular, se ha instalado la mentalidad de que 'el Estado proveerá'. Es decir, lo arreglará de alguna manera, ya sea con más deuda, etc.

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2. No es fácil ahorrar cuando las familias ganan lo justo para sobrevivir y cuando el alquiler de la vivienda, como consecuencia de las demenciales políticas proteccionistas que se aplican, sube cada vez más y deja muy poca renta disponible para poder ahorrar.

3. No hay productos bancarios ni financieros que ofrezcan una rentabilidad aceptable al ahorrador.

4. Es una situación no vivida antes y lo cómodo es pensar que ese peligro evidente no acabará sucediendo.

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5. El pasado indica que los sucesivos gobiernos suelen castigar al previsor y premiar al cómodo, con lo cual se genera un evidente desincentivo al ahorro y al sacrificio.

Pero, sobre todo, hay una razón poderosa y es que estamos ante un caso de libro de los denominados como 'disonancia cognitiva', término acuñado por la rama de la Economía Conductual o del Comportamiento, con iconos como Tversky o Ariely, con el Premio Nobel de Economía del año 2002, el israelí Kahneman, a la cabeza. Resaltan que la mente humana rechaza o no tolera la existencia de una disonancia o discrepancia muy fuerte provocada por la existencia de hechos reales que contradicen sus creencias y experiencias previas, con las cuales se ha ido guiando hasta el presente. Ante dicha situación, la reacción inicial y la más cómoda es negar la evidencia y cuando esa postura ya es totalmente insostenible, el siguiente paso es deformar la realidad para no verla, dando lugar a la situación conocida como 'the elephant in the room' ('el elefante en la habitación'). Un elefante es lo suficientemente grande como para que sea imposible no notar su presencia en una habitación o estancia, pero ante la imposibilidad de desplazar al gran paquidermo la mente humana adopta el atajo del autoengaño, fingiendo que no lo ve. Por eso, nadie toma precauciones frente al problema de las pensiones y todo el mundo permanece en la vía, de espaldas a una locomotora que ya se ve próxima.

El polifacético historiador, sociólogo, filósofo, físico, etcétera, norteamericano Thomas Kuhn (Cincinati 1922, Massachusetts 1996) sostenía que una sociedad y una persona funcionan apoyándose en 'paradigmas'. Es decir, teorías explicativas del mundo que le rodea, hasta que llega un momento en que dichos paradigmas ya es evidente que no explican la nueva realidad y son sustituidos por otros. El doble paradigma de las pensiones y de la idea de que 'el Estado proveerá' caerá con estrépito en un plazo no muy largo. El elefante ya ocupa casi toda la habitación.

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