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Decía el israelí Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía del año 2002 y recientemente fallecido, que los consumos de algunos bienes indican mucho respecto a la percepción que tiene el consumidor sobre el futuro que se avecina.
Kahneman, como líder la Escuela Conductista de la ... Economía, en la cual hay figuras destacadas como Tversky, Ariely, Smith, etc., lideró una línea de pensamiento que introdujo otro enfoque o visión sobre el funcionamiento real de la economía, el cual muchas veces está alejado de lo que se estudia en los manuales universitarios, regidos por la supuesta existencia del 'homus economicus', ser perfectamente racional que analiza todos los pros y contras de sus decisiones. Sea como Kahneman sostiene, o sea como la Economía clásica defiende, o un 'mix' de ambos, la realidad es que hay ciertos comportamientos del ser humano que son como un termómetro anticipado de lo que va a pasar. Algo así como sucede con algunos animales que perciben la llegada de un terremoto antes que el ser humano, o como cuando hay tormenta, que primero vemos el rayo y después oímos el trueno, porque la luz viaja a 300.000 kilómetros por segundo y el sonido sólo lo hace a 340m/segundo.
Y el denominado 'efecto pintalabios', según el cual cuando se produce una explosión en el consumo de barras de labios, se avecina una crisis económica prolongada y duradera, haría la función del rayo de luz y al cabo de un tiempo se percibe la llegada de la crisis económica. Para algunos no es más que una superstición sin fundamento alguno, como los que esquivan el número trece, o a los gatos negros; o las empresas chinas que eluden el número cuatro en sus cuentas, porque fonéticamente en mandarín suena como la palabra 'muerte'. Quizá la teoría del pintalabios no tenga una base científica, pero la observación reiterada de un hecho hace conceder alguna credibilidad a dicha teoría. Echando la vista hacia atrás, hubo clara correlación entre el aumento del consumo del pintalabios y la crisis de los noventa y también se produjo cuando el estadillo de las punto.com en el 2000. El aumento más espectacular en el consumo del pintalabios tuvo lugar cuando el atentado de las Torres Gemelas (símbolo icónico norteamericano, hasta el punto de que las dos estrellas de los Houston Rockets, Ralph Sampson y Akeen Olajuwon, eran llamados las torres gemelas). La correlación entre el aumento del consumo del pintalabios y la llegada de una crisis fuerte se repitió en el año 2008, cuando la crisis de las hipotecas 'subprime' y el colapso de Lehman Brothers. Sólo hubo una excepción a dicha regla, que fue la llegada del covid en 2020, el cual produjo un derrumbe del 50% en las ventas, cosa lógica por la singularidad del problema, ya que el virus obligaba a llevar la cara tapada con la mascarilla.
El término 'lipstick effect' fue utilizado por primera vez por Leonard Lauren, expresidentes de la firma The Estée Lauder. Analistas económicos como Businees Research Insights apuntan a un crecimiento sostenido en dicho sector durante una década entera, que abarcaría hasta el año 2033, crecimiento del cual ya hay los primeros síntomas evidentes en las ventas. Detrás estaría la explicación que Kahneman daba a dicho fenómeno, en el sentido de que ante un entorno complejo y con perspectivas de grandes sacrificios en el horizonte, la gente opta por darse pequeños caprichos que levanten su moral y autoestima. Para una mujer coqueta puede ser pintarse los labios de rojo carmín y para mí puede ser comer un pastel de los emborrachados en almíbar con cereza confitada arriba. La idea de fondo es la misma. Se trata de pequeños caprichos, posibles para cualquier bolsillo, pero que reconfortan y dan bienestar. Una especie de 'autopremio' que en el caso del pintalabios también incorpora un aumento de la autoestima por la mejora de imagen.
Y ahora las grandes firmas como L'Oreal, Maybelline, Revlon, LoverGirl, Makeup Forever, etc. están muy optimistas ante las ventas de la próxima década, lo cual podría indicar que estamos ante el rayo de la tormenta… El trueno llegará no tardando mucho. Se trata de endulzar la vida y de darse pequeños caprichos ante un entorno áspero e incierto, que anuncia penalidades.
En cualquier caso, en el fondo se trata de asignar unos recursos escasos a unas necesidades ilimitadas. Decía el que fuera seleccionador peruano de fútbol, Tim, que «el fútbol es como una manta corta. Si quieres tapar los pies, destapas la cabeza y si tapas la cabeza, destapas los pies». Tim lideró una brillante selección peruana con jugadores de la talla de Cubillas, Velázquez, Oblitas y Chumpitaz. Era un hombre dotado de un gran sentido común, que resaltaba la evidencia de que en la vida siempre hay que elegir.
Una elección que tienen que hacer las familias, las empresas y algo que deberían hacer el Estado y el resto de las administraciones públicas, pero que no hacen, con lo cual la deuda sigue aumentando incesantemente. Pero no pasa nada porque para eso ya están los voceros del gasto público, los que van defendiendo a los cuatro vientos que no pasa nada por tener una deuda pública descomunal. Claro, no les pasa nada a ellos, pero sí a las siguientes generaciones. La situación es algo así como si en un restaurante cada uno pagase la factura del anterior en lugar de lo que él consume, lo cual conduciría al despilfarro y al desenfreno del gasto. Lo que va a pasar es que los que ahora consumen langosta a costa del dinero público, bajo el cínico pretexto del Estado del Bienestar y del gasto solidario, dejarán una deuda brutal a la siguiente generación, la cual en lugar de langosta comerá bígaros o parroches… Si es que hay suficientes. Me molesta profundamente que quieres derrochan el dinero público, dejando una gran deuda para las siguientes generaciones, osen dar lecciones de moralidad. Pero ya dijo Marx, el genio intelectual (me refiero a Groucho, por supuesto), que «me encanta ser generoso con el dinero ajeno».
El impacto del 'efecto pintalabios' es tan grande que la barra de labios ya tiene reservado un día en el calendario, el 29 de julio, considerado Día Mundial del Pintalabios. Me pregunto si habrá día mundial de la gente que se esfuerza cada día y cumple con su labor para sacar adelante a su familia (rota, atacada por mil frentes y vilipendiada por ser considerada símbolo de otra época) o para cotizar para conseguir una pensión digna el día de mañana, cosa utópica dado el envejecimiento de la población y la forma lamentable con la que se maneja el dinero público. Ese día no está reservado en el calendario, pero si alguna vez lo reservan, tengo dos fechas candidatas. Una sería el 28 de diciembre, Día de los Inocentes. La segunda sería el 29 de Febrero, porque así sólo lo celebraríamos los años bisiestos. El nombre sí lo tengo claro: Día del Timado.
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