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Afirman el israelí Daniel Kahneman, icono de la Economía Conductual, y el mediático norteamericano Robert Shiller, laureados con el Premio Nobel de Economía de los años 2002 y 2013, respectivamente, que el ser humano es proclive o tendente a sufrir timos y estafas por tres ... razones. La primera es la irreflexiva codicia desmedida que impide ver los riesgos, la segunda es la tendencia a 'no querer ver' aquello que puede provocar intranquilidad o disonancia entre lo que queremos creer y la realidad y la tercera es, simplemente, la ignorancia. En algunos casos, se dan simultáneamente varias razones lo cual hace que se produzcan estafas piramidales de grandes dimensiones.
Aunque el llamado 'Método Ponzi', en honor al italiano Carlo Ponzi, es el más conocido y pasa por haber sido la primera gran estafa piramidal, la realidad es que anteriormente habían existido otras, destacando la llevada a cabo por Baldomera Larra, cuya historia se expone a continuación. Nacida en Madrid en el año 1833, era hija del famoso escritor romántico Mariano José de Larra, el cual fue célebre por su mítico artículo 'Vuelva usted mañana', en el que despellejaba a la despótica y parasitaria administración pública española de aquella época, que oprimía al ciudadano requiriéndole una infinidad interminable de requisitos burocráticos. (Los tiempos han cambiado y ahora la opresión es telemática). Al morir su padre, su madre se casó con Carlos de Montemayor, médico de la Casa Real, el cual llevó una vida azarosa que condujo a Baldomera a sufrir penurias y acudir a prestamistas que la estrujaron con intereses abusivos... Hasta que ella decidió dar la vuelta a la tortilla y pasar al otro lado de la orilla.
A partir de ahí fundó la Caja de Imposiciones (no de 'Impostores', aunque suene parecido y mejor se hubiera llamado así), establecida en la zona castiza de las plazas madrileñas de La Paja y La Cebada. Baldomera Larra prometía unos intereses del 30% mensual e incluso llegó a ofrecer a quien le entregase una onza de oro devolverle dos al cabo de una semana. El dinero no lo invertía en nada y pagaba los intereses jugosos de sus primeros clientes con el dinero de los siguientes clientes, en una huída hacia adelante que sólo podía acabar como acabó. Cuando le preguntaban cómo se las ingeniaba para pagar dichos intereses, ella respondía: «Esto es como el huevo de Colón», haciendo referencia a algo que parece complejo pero que en el fondo es sencillo. Y tan sencillo, ya que sólo era una simple y vulgar estafa piramidal. Cuando la situación se hizo insostenible, Baldomera desapareció con todo el dinero que tenía en su poder y los incautos clientes perdieron todos sus ahorros, aunque cualquier persona con un dedo de frente sabía que aquello era insostenible y que implicaba un riesgo descomunal, con lo cual estamos ante lo que Robert Shiller denomina como la 'Estafa autoconsentida'. Cuando Baldomera Larra fue detenida y traída a España, de los más de 5.000 'estafados' o 'autoestafados', sólo 50 se personaron para formular una querella contra ella. El resto, bien por vergüenza, por saber que era causa perdida o por una especie de 'síndrome de Estocolmo' que les hacía simpatizar con la embaucadora, declinaron dicha opción.
En los tiempos actuales, es fácil encontrar situaciones que recuerdan a los métodos de Larra y Ponzi, siendo el sistema de pensiones español y el descomunal tamaño de la deuda pública de muchos países occidentales, entre ellos España, casos de libro. En el fondo todo el mundo sabe lo que va a suceder, pero todo el mundo espera que a él no le salpique, y todo el mundo prefiere creer a los 'baldomeros' de turno.
En Estados Unidos el problema de la cuantía de la deuda pública es colosal, ya que supera los 31 billones de dólares, pero tienen un stop o mecanismo de defensa derivado de la Primera Guerra Mundial, cuando los gobiernos asumieron una deuda enorme debido al gasto bélico en el cual incurrieron. Aquello hizo que se estableciesen limitaciones a la deuda pública, las cuales sólo pueden ser saltadas por mutuo acuerdo de demócratas y republicanos. Ahora, en este momento, existe el riesgo de que el Congreso norteamericano no apoye saltarse dicho límite. De hecho los CDS (Credit Default Swaps) que miden el riesgo contra un posible impago están disparados. Tradicionalmente, siempre se consiguió el acuerdo que permite saltarse los topes de la deuda pública y así sucedió en 78 ocasiones, siendo una excepción los años 1979 y 2011, ya que en aquellos momentos la administración pública norteamericana quedó casi inoperativa durante un pequeño lapso temporal.
Economistas como el noruego Finn Kydland y el norteamericano Edward Prescott, laureados con el Premio Nobel de Economía del año 2004, aconsejan la cautela de establecer en la Constitución de cada país un límite al gasto público y a la deuda pública para defender al pueblo de los gobernantes irresponsables y desaprensivos, que con fines electoralistas y sin escrúpulos gastan el dinero de forma desmedida para conseguir el voto, en una especie de tómbola de ayudas y subvenciones, dejando una factura impagable a las siguientes generaciones y... Encima todo ello bajo el cínico disfraz solidario. Pero ya se sabe que el saber popular dice que 'sarna con gusto no pica', sobre todo cuando pica al prójimo.
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