Si ya es difícil escribir unas líneas que resuman la grandeza de un buen amigo como Marcelino, lo es mucho más, si dichas líneas se escriben desde el dolor de sentir su pérdida y con el corazón encogido. De manera especial cuando además le profesas ... tanto cariño y tanta admiración.
Publicidad
Personalmente Marcelino era un buen amigo, compañero de fatigas, un padre entregado y además, profesionalmente, un grandísimo periodista. Humilde, nada vanidoso a pesar de su brillantez, Marcelino era de los que siempre sumaban, siempre aportando valores y conocimiento. Marcelino lo tenía todo, en todos los sentidos y ámbitos de la vida, no se podía ser mejor.
Era un ejemplo para todo aquel que tenía el privilegio de conocerle, por su nobleza, su dedicación, su mesura y su sentido común. Un hombre de enorme prudencia y saber estar, todo ello acompañado de una educación y un carisma que lo hacían especial. Intentar resumir su trayectoria profesional sería una pretensión baldía, ya que su extensión no cabe en todas las páginas de este periódico.
Desde estas líneas quiero compartir el dolor con su esposa, y su hija, así con todos los compañeros de EL COMERCIO.
Hasta siempre querido Marcelino, hasta siempre querido director
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.