El PP gijonés se encuentra otra vez en erupción. Ojo, y digo de nuevo porque en su historia los movimientos sísmicos internos han sido constantes. Tanto, que le han impedido llegar al poder por sus propios medios. Recordemos que la presencia en el equipo de ... gobierno municipal se debe a un acuerdo con Foro, ya que su resultado electoral en mayo de año pasado solo le dio el 16,61% de los votos. En esta ocasión, el estallido viene a cuenta del congreso pendiente. Ya saben, el que se tenía que haber celebrado hace casi diez años.

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O sea, desde 2015 llevan sus afiliados sin la posibilidad de votar para elegir al presidente local. El líder de los populares, Álvaro Queipo, está realizando cónclaves a lo largo de toda Asturias. Sin embargo, como se hace en una negociación complicada, lo difícil se deja para el final. No quiere convocar Gijón sin que haya una candidatura de consenso entre las familias que integran la agrupación. Esas mismas que se repiten a lo largo del tiempo y le han hecho tanto daño. Baste recordar que ya lleva congresos anulados (2014 y 2015) y una gestora implantada en 2013. La solución parecía ser la portavoz municipal, Ángela Pumariega, pero se resiste. Por lo visto, no quiere navegar (nunca mejor dicho) por aguas tan turbulentas. El caso es que al simpatizante de centro-derecha esta inestabilidad reiterada le desilusiona. Antes decían que la actividad volcánica continua se debía a que el partido no conseguía gobernar y eso le desestructuraba. Pregunto, y ahora, ¿por qué?

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