Sin duda, el nuevo Plan General de Ordenación (PGO) supuso un cambio en las aspiraciones sobre los terrenos del antiguo astillero de Naval Gijón. Su declaración como suelo para actividades relacionas con la economía azul -a la postre, vinculadas al mar- representó un varapalo para ... sus propietarios. En principio, deseosos de aumentar la edificación residencial mucho más allá del 20% actual. De hecho, Pequeños y Medianos Astilleros en Reconversión (Pymar), propietario del 35,5%, batalló judicialmente para cambiar esta calificación. Sin embargo, no lo consiguió. Es, pues, un hecho que los terrenos se deben dedicar mayoritariamente a actividades empresariales y que el PGO de 2019 está consolidado. Punto final. Partiendo de esta base, nuestro Ayuntamiento quiere afrontar su desarrollo. De sobra sabemos que para la iniciativa privada es más interesante la construcción de pisos que oficinas. Máxime, teniendo en cuenta el mundo digital en que vivimos, es decir, donde la gente trabaja desde casa. Por eso, pese a los intentos de Pymar y la Autoridad Portuaria de su venta, no han encontrado comprador. Dicho otra forma: existen muy pocas posibilidades de que esa cicatriz urbana se restañe desde lo privado. Seguiremos en esta situación 'ad infinitum' si desde las administraciones no se empuja un proyecto.
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Nuestra alcaldesa, Carmen Moriyón, parece dispuesta a que este sea uno de los grandes objetivos de su mandato. Por ello, ya envió emisarios a Pymar para empezar las conversaciones, mientras que ella misma se reunió con la Autoridad Portuaria. Buscando, claro, que ambas partes se involucren. Siendo conscientes de que la primera no deja de ser una sociedad mercantil sin ninguna vinculación con la ciudad, mientras que la segunda sí. O sea, el Puerto tiene fibra sensible con Gijón. Otra cosa es que, más allá de lo sentimental, El Musel deba todavía 320 millones de euros por su ampliación. En otras palabras, necesita pasta. Moriyón dice que el Puerto no puede ser el «estado independiente del Vaticano» y aspira encontrar una fórmula para el desarrollo conjunto de la fachada oeste. Al menos, en esta primera reunión, hubo un «compromiso firme» para buscarla. El problema está en ver lo que dice el Papa. Recordemos que quien tiene la última palabra es Puertos del Estado, que concedió un préstamo a El Musel de 215 millones de euros. Por tanto, el Papa, como digo, no es gijonés y querrá que le paguen. He ahí la cuestión.
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