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Sin duda, el debate sobre las infraestructuras en Asturias ha vuelto con fuerza. Los años de crisis económica y predominio de lo socia, parecen haber dado paso a un tema que nos gusta especialmente. O sea, hablar de carreteras, trenes, plazos o proyectos. En efecto, ... durante la segunda década de este siglo se hablaba más de la protección a las personas, puesto que el hormigón, después del estallido de la burbuja inmobiliaria, quedó muy tocado. Dicho de otra forma: era visto como sinónimo de corrupción y despilfarro. A esto, y de forma decisiva, contribuyó también una política presupuestaria que menguó considerablemente la partida dedicada a inversiones. A la postre, era donde siempre se recortaba hasta dejarla exigua. Sin embargo, ahora mismo es lo contrario. Animados por una recaudación fiscal récord, junto con el maná de los fondos europeos, se distribuyen millones de euros por doquier. O sea, todo lo que no se había hecho antes quiere reactivarse, a la vez que se incorporan nuevas obras. Eso sí, en Asturias seguimos teniendo pendiente lo mismo (Ronda Norte de Oviedo, Plan de Vías de Gijón, autovía del Suroccidente, etcétera) con la única salvedad de la variante de Pajares. Hecho clave y que ha reactivado el discurso sobre las infraestructuras, hasta hacerlas el tema central de la política asturiana.

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