Tal parece que nadie salió contento de la sesión de investidura del pasado sábado. Bueno sí, el PP. En concreto, los populares celebraron por todo lo alto su pacto con Foro y que, tras 44 años en la oposición, hayan podido acceder al gobierno de ... la ciudad. Casi nada. En cambio, los demás tenían caras largas y reproches que ofrecer. IU hacia el PSOE por no haber apoyado su propuesta para impedir la entrada Vox en el ejecutivo local. Incluso hasta se abstuvieron a la hora de votar la Alcaldía, lo cual sentó como un tiro en la dirección socialista.
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Podemos porque su única edil es como un náufrago en mitad del océano: no tiene ninguna capacidad de influencia en el Ayuntamiento. El PSOE, claro, porque pierde de nuevo su ciudad emblema. La operación recambio de Ana González no salió, ni mucho menos, como se esperaba. Foro, sin duda, porque sabía que su pacto de última hora con Vox iba a levantar ampollas a nivel interno y externo. Es más, hasta la redacción del acuerdo contenía un error -«Que se eliminen aquellos aspectos que supongan igualdad entre personas», decía-, que aumentaba la desazón entre sus filas y de cara al exterior. El propio Vox que logró buena parte de sus objetivos, no parecía tampoco estar demasiado contento. Su portavoz, Sara Álvarez Rouco, hizo un discurso sin ningún tipo de euforia. En resumen, vivimos un Pleno de Constitución de la Corporación de sensaciones agridulces.
Tal parece, insisto, que el sábado hubo un hermanamiento político entre Gijón y Sonneberg. Una pequeña ciudad alemana (23.000 habitantes) donde la ultraderecha arrasó en las elecciones de distrito. Alternativa para Alemania -así se llama el partido de los extremistas- logró el 47% de los votos y tiene conmocionado a el país. Situación que era como si se hubiera repetido en Gijón, viendo las reacciones y comentarios en las redes sociales que suscitaron el pacto entre Foro y Vox. Vamos, como si al día siguiente de este nuevo gobierno, ni siquiera fuese a amanecer. Cuando la realidad es que el poder del partido del partido de Santiago Abascal se limita a una concejalía: la de Festejos. Teniendo enfrente a 13 concejales de la coalición que esperemos sepan frenar cualquier tipo de radicalización. En definitiva, por lo visto, nadie ha esperado ni esos tres meses de cortesía para ver cómo funciona este tripartito.
Más bien, el ambiente electoral de las próximas generales se ha impuesto en forma de ruido. Mucho ruido.
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