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Xabier Arzalluz, quien fuera presidente del PNV, definió como nadie el tiempo político que estamos viviendo. Decía Arzalluz que en la constitución de los parlamentos o consistorios se utilizan mecanismos similares a los de los rituales de apareamiento. Es decir, que durante las negociaciones previas ... algunos hinchan el pecho, alzan la voz e incluso exhiben amenazas de ruptura. Es lo que está pasando con los tres partidos de centro-derecha que aspiran a gobernar en Gijón. El PP está pidiendo más rapidez y no entiende que se dejen pasar días entre las conversaciones. Quiere cerrar el organigrama municipal y asegurarse sus concejalías. O dicho de otra forma: empezar a tocar poder. Por su parte, Foro se lo toma de forma más calmada, quizá porque no es la primera vez que se ve en esta tesitura. Meditan más cada paso que dan, entre otras cosas, puesto que son la fuerza a quien más van a juzgar los gijoneses. Desde Vox, en cambio, lanzan andanadas al considerarse ninguneados. Dicen que «o escuchan nuestras propuestas o se abrirá la puerta a la lista más votada», a la postre, los socialistas. Algo que veo difícil porque pondría a la formación de Santiago Abascal en un brete. Vamos, no sé cómo venderían a militantes y simpatizantes que han permitido otro ejecutivo del PSOE en Gijón.
Digo más, el partido de Abascal tiene que ser consciente del papel que deben jugar sus dos ediles. O sea, a las malas, y solo con su abstención, un gobierno del PP y Foro podría desenvolverse. Hablamos de trece ediles para la derecha y doce a la izquierda. Esto es, la aprobación del presupuesto municipal, por ejemplo, no requeriría de su voto favorable. O, pregunto, ¿serían capaces de estar siempre apoyando a la izquierda? Francamente, no lo creo. El papel de Vox, sin duda, debe pasar por que sean aceptados alguno de los puntos de su programa. Entrando de esta manera en el Ayuntamiento, mediante una geometría variable que obligaría a negociar en cada circunstancia. En resumen, no creo que tenga hueco en un equipo de gobierno municipal, pero sí a la hora de llegar a acuerdos puntuales durante el mandato. En fin, lo normal es que estas posturas maximalistas se vayan limando y acabe primando una coalición que beneficia a las partes. Al fin y al cabo, siguiendo la teoría de Arzalluz, tal y como sucede en el mundo animal (hasta en el humano, si me apuran), todo el mundo quiere aparearse.
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