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En 2016 se escuchaban cosas como «es que soy bróker inmobiliario», al preguntar a alguno por su profesión. O sea, habían dejado su trabajo convencional y se dedicaban a la compraventa de inmuebles. Eso sí, con el estallido de la burbuja, acabaron arruinados. Habían sucumbido ... a una subida de precios irracional que se frenó en seco, avivada por una financiación 'barra libre' que llevó a la desaparición de las cajas de ahorro. El pelotazo y la pura especulación se convirtieron para muchos en una forma de vida, cumpliendo la máxima de que cuando todo el mundo se dedica a un negocio, simplemente, deja de serlo.
En el sector turístico se ven ahora los mismos síntomas. No es para nada inusual encontrar los siguientes casos. En el entorno rural, muchas explotaciones desaparecen, pasándose a la vida fácil que ofrece el sector turístico. Entre otras cosas, porque ven cómo sacan más montando un tugurio en la cuadra para el ganado, que criándolo para después venderlo. La fiebre del turista por vivir experiencias es tal que acepta cualquier cosa. Esto es, con una mesa, unas cuantas sillas, algo de verde y sidra ya tiene montado un chigre que siempre estará lleno. Creado de la nada, sacará para pasar el invierno y hasta el año que viene. Al piso heredado de la abuela su nieto le ha encontrado un fin. Aunque ni estudia ni trabaja, dice que le va a sacar un rendimiento estupendo. Por eso, lo convierte en turístico, anunciándolo por los portales inmobiliarios a tutiplén. En absoluto se plantea más vida laboral que encontrar clientes y mantenerlo en las mejores condiciones para que le pongan muchas estrellas de valoración. Y si eso le resulta muy cansado, no hay problema: hay empresas especializadas que se dedican a ello cobrando un porcentaje. La economía española no deja de sorprender a sus socios europeos. Mientras en el resto de los países de la eurozona se ralentiza, aquí esperamos un crecimiento superior al 2%. ¿Por qué? Muy fácil, el turismo está tirando como nunca. La pregunta es hasta cuándo y qué consecuencias tendrá el estallido de esta burbuja. En Asturias, debemos pensar que mal vamos si solo nos dedicamos a vendernos a nosotros mismos, en vez de producir y fabricar. A la postre, lo que siempre hemos hecho.
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