Uno. Hace quince años Asturias tenía una población de 1.085.289 habitantes. En cambio, en 2023 éramos sólo 1.006.060 asturianos. Es decir, hemos perdido 79.229 habitantes, esto es, a un ritmo de 5.281personas al año. En 2009 la cifra de ... visitantes en nuestro paraíso era de 1.803.088, mientras que el año pasado fue récord y se situó en 2.762.510. O sea, durante ese mismo periodo de tiempo el número de turistas se incrementó en 959.422, o lo que es lo mismo: 63.961 nuevos viajeros anuales nos visitaron. Como ven, la cifra de residentes y turismo van en sentido contrario. Mientras el primero va cayendo de forma constante (estuvimos a punto de bajar del millón), el segundo no para de incrementarse (este ejercicio se espera llegar a cerca de los tres millones). Por tanto, el boom turístico del Principado no fija población. Dicho de otra forma: no es ni mucho menos un sector en el que podemos confiar para solucionar el gran problema demográfico que tenemos.

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Dos. Mirando otras variables también llegamos a la misma conclusión. Seguimos siendo la población de mayor edad media de España, la tasa de natalidad más baja, la que tiene una mortalidad más alta y con la población activa menor. En 2023 el turismo aportó el 12,8% al PIB asturiano, siendo su máximo histórico. Entonces, díganme, si esta burbuja de la industria del ocio que estamos viviendo nos ha ayudado a crecer como comunidad o si podemos concluir que su mayor peso paulatino en nuestra economía ha favorecido unos mejores indicadores.

Y tres. Yo no creo que debamos aspirar a ser la comunidad de vacaciones de nadie. Vaciándose cada vez más durante diez meses y atestada en los otros dos. Según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2039 tendremos una población de 967.328 habitantes. Bajaremos, pues, ampliamente de esa barrera psicológica del millón. ¿De verdad alguien piensa que tener más y más turistas va a revertir esto? ¿De verdad alguien cree que podemos apostar nuestro futuro a que haga más o menos sol? Lo que Asturias necesita es gente que venga a vivir aquí. A la postre, residentes que paguen sus impuestos, tengan su vivienda habitual y trabajen de forma estable. Lo demás, es engañarnos haciendo trampas al solitario. Datos matan el relato de que el turismo es el becerro de oro al que adorar.

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