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Hasta ahora, las razones dadas por el Ayuntamiento para renunciar a ser sede del Mundial de fútbol estaban claras. Entre otras, la nebulosa financiera que envolvía a todo el proyecto, unas condiciones leoninas impuestas por la FIFA o que hablamos de un coste aproximado de ... 50 millones de euros. A lo que habría que sumar, lógicamente, la propia reforma del estadio valorada en otros 150 millones. Nuestra alcaldesa lo explicó hace poco en un vídeo difundido por sus redes sociales. Dábamos, pues, por descontado que 'Asturias 2030' había fallecido. Pues solo la propiedad del Sporting parecía interesada, mientras que el resto de las administraciones se veían arrastradas por su empuje. Entonces, pregunto, ¿a qué vienen esos carteles que ayer pudimos ver en los mupis de la ciudad? O sea, con la leyenda de 'Un mundial es caro. Ser mundial no tiene precio. Gijón es mundial'. ¿Acaso hacen falta más explicaciones pagadas con dinero público? ¿A quién se le ocurrió semejante dislate? Como en todas las decisiones políticas, habrá gijoneses que estén a favor y otros en contra. A algunos les convencerá la postura municipal y, en cambio, al resto les parecerá que se pierde una oportunidad. En cualquier caso, lo único que ha conseguido la campañita es reactivar un tema cerrado, además de poner en la picota las relaciones entre club y Ayuntamiento, que siempre deben ser cordiales. Alguien ha cometido un error de comunicación mayúsculo con esta, repito, campañita de marras.

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