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Recién terminada la Feria Internacional de Turismo (Fitur) en Madrid, debemos extraer la siguiente conclusión: el sector está inmerso en una burbuja. Tal parece que no existiese un mañana. Es decir, que el número de turistas va a crecer 'ad infinitum' sin que nada lo ... pare. A nivel español, por ejemplo, se habla de que su contribución al PIB nacional es ya del 12,8%, así como que vamos a superar a Francia en cuanto al país más visitado del mundo. En Asturias la cosa no es para menos. Estamos en una nube. El presidente asturiano, Adrián Barbón, habla de alcanzar los tres millones de visitantes (y luego cuatro o cinco, quizá), con una contribución al PIB regional que superará con creces el 12%. Todo ello con discursos triunfalistas, como que estamos de moda, somos un refugio climático o que la llegada del AVE va a traer gente a paladas. Obviando, como digo, que el fenómeno está sucediendo en todos los lugares de España, con especial énfasis en la cornisa cantábrica, donde todos los destinos han tenido récord de visitantes. Incluso nos hablan de un turismo de calidad que ha aumentado el gasto medio. Lógico, quienes visitan el paraíso gastan más porque los bienes o servicios que adquieren o consumen son más caros. Si le quitamos la inflación, veremos que el nivel de gasto sigue similar a la época prepandemia. En definitiva, nada parece que vaya a parar a la industria turística, que algunos creen que compensará a la fábrica de toda la vida. ¡Qué equivocados están!

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