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Es un hecho que el pasado jueves fue un día histórico para Gijón. Yo diría que del mismo calado que cuando se recuperó Poniente en 1994. Sin duda, la operación de compraventa de los terrenos del antiguo astillero de Naval Gijón es buena para ambas ... partes. Dicho de otra forma: gana tanto el Puerto como la ciudad. En cuanto a El Musel, resulta evidente que la calificación del Plan General de Ordenación como suelo industrial limpio le restó atractivo para la iniciativa privada. De hecho, el otro propietario de los terrenos, a la postre, Pymar, se afanó hasta última hora para cambiar su uso a residencial. Es obvio, pues, que el único cliente posible para ambos era el Ayuntamiento con quien estaban (y están) condenados a entenderse.
Por otra parte, esta ciudad necesitaba restañar una de las cicatrices urbanas que le quedan. Otras serían el entorno del plan de vías o la Ería del Piles. Durante quince años hemos tenido en El Natahoyo un auténtico escenario de guerra y ya era hora de cambiarlo. Al solemne acto de la firma asistieron también muchas autoridades.
De alguna, en concreto del secretario de Estado de Transportes, José Antonio Santano, esperábamos algo más. Al menos, una palabra sobre el malogrado vial de Jove. Sin embargo, Santano no dijo ni mu. Se limitó a señalar que «el Ministerio estuvo al lado de Gijón en un momento tan importante», mientras que lo ha dejado abandonado en la recuperación total de la zona oeste. Una
asignatura pendiente de tanta importancia como la que acabamos de resolver.
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