Al candidato socialista, Luis Manuel Flórez, 'Floro', le toca navegar. Eso sí, por mares embravecidos. Su relación con la alcaldesa no parece que vaya viento en popa. Más bien, todo lo contrario. De hecho, en la entrevista que pudieron leer el domingo en EL COMERCIO ... ni tenían tiempo para reunirse. Floro quiere explicarle las sensaciones que está captando en la calle, mientras que la primera edil no parece encontrar fechas para recibirle. Más allá de eso, que no es poco, surgen cada poco discrepancias con las acciones del gobierno municipal. Es más, el candidato pasa como por ascuas sobre los temas escabrosos. Por ejemplo, la relación con el Grupo Cultura Covadonga. Muy deteriorada por la supresión del anillo navegable del Piles y que acabó en los tribunales. Dice que «la renaturalización del río no es incompatible con que después pueda ser navegable». O sea, que estamos como estábamos. No sabemos si está a favor o no de que se recuperen las piraguas en el Piles, mediante un sistema de embalsamiento. Sin duda, tendrá el 'número uno' del PSOE que ir mojándose, nunca mejor dicho.
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Por otro lado, está el tema del reglamento de laicidad. Dice: «Iré a la bendición de las aguas si me invitan». Ahora bien, matiza que «a título particular». No sé, desde esta humilde columna lo habíamos advertido: resulta complicado distinguir en un cargo institucional de alto nivel qué se hace a título individual. ¿Acaso va a llevar un cartel que lo diga? Por supuesto, su representación de los gijoneses durará cuatro años y 24 horas al día. Naturalmente, tiene toda la libertad del mundo para ir o no a la celebración de la festividad de San Pedro, en caso de ser elegido.
Desde aquí siempre defendimos que no puede haber una norma que coaccione de esa manera a cualquier regidor. Máxime, por un reglamento que nadie pidió y con una Constitución que ampara de sobra la libertad religiosa. Sin embargo, esto ya le ha traído las primeras críticas. Ojo, no de la oposición a su izquierda como sería lo normal, sino desde la propia alcaldía. González asegura que «debe cumplir las normas, aunque no le gusten».
Por cierto, ¿le obligó alguien a ella a tener que acudir? ¿No fue una decisión personal suya en contra de lo que habían hecho otros alcaldes socialistas? Entonces, ¿por qué se quiere imponer al resto de Corporaciones? En fin, lo dicho: a Floro le va a tocar navegar por aguas turbulentas. Muy turbulentas, diría yo.
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