Secciones
Servicios
Destacamos
Hace tiempo leí un artículo de alguien que generalizaba con trazo grueso. Clasificaba a la humanidad en cuatro tipos de personas: las indiferentes a la estación del año en la que viven, porque piensan que la satisfacción no depende de ésta; las que no soportan ... el calor; las que odian la lluvia y aquellas que aman el verano, que nos permite veranear.
El veraneante es ese fruto efímero del verano que como la belleza y sentir la eternidad son virtudes de un momento, que no pueden durar, que nada puede durar. Somos flores de un día que crecen entre la maleza y dentro de una vasta red de momentos monótonos y repetitivos. El veraneo muere un poco cada día que pasa el verano, al igual que nuestro estado de ánimo que más que viajar busca habitar los tiempos, los ritmos y las velocidades. Tratamos de mantener el vuelo en el viaje ante los obstáculos que observas alrededor. Como decía Ortega en 'La rebelión de las masas': «Todo se llena de gente. Las ciudades están llenas de gente. Las casas, llenas de inquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Los paseos, llenos de transeúntes. Los espectáculos llenos de espectadores. Las playas, llenas de bañistas. Lo que antes no solía ser un problema, empieza a serlo casi de continuo: encontrar sitio». Pero deseamos que llegue y continúe el verano que nos permite alcanzar esos instantes soberanos que se escapan llenos de eternidad, antes de volver a sentir el desasosiego y el tedio de volver al trabajo.
El turismo, invención del siglo XIX que conoció su apogeo en el XX y ahora, adentrados en la tercera década del siglo XXI, crece cada año. Lo hicieron posible la revolución técnica del transporte y las comunicaciones, junto a la revolución social, que introdujo el ocio remunerado, gracias a las vacaciones y el derecho a las pensiones, que permitieron viajar y creó a los viajeros y veraneantes y el mundo se llenó de turistas. El turismo no podría ser de masas sin el automóvil y los vuelos. Con el utilitario de los años 50 y 60 y con los vuelos 'low cost' en los 90 del pasado siglo, que permitieron conocer otros paisajes a las familias obreras. El turismo se hizo 'industria' y entró en la categoría de la cultura de masas. La revolución digital ha permitido cambiar la forma de viajar. Las cadenas hoteleras, las agencias de viajes y la contratación de los servicios por parte del usuario dependen de la tecnología. Hemos pasado de buscar información en libros de viajes, revistas y agencias a utilizar los servicios en Red que nos permiten incluso contratar los vuelos desde casa. Nos informamos en Internet de visitas a lugares y excursiones y los recursos turísticos del destino. Tras realizar el viaje colgamos opiniones, valoramos los servicios y compartimos datos íntimos y fotos del lugar al que hemos viajado.
Por otra parte, las tipologías de veraneo y turismo hay para todos los gustos. Desde los que veranean al pueblo para ver a la familia o a visitar amigos, que si se quedan mucho tiempo en casa ajena dice el dicho popular que «en unos días empiezan a oler mal, como el pescado sin refrigerar». El clásico de sol y playa. Ir de camping, que lleva tiempo en auge y desde la pandemia se ha convertido en una práctica de masas. El turismo de festivales, como el de teatro clásico de Almagro y el de Aviñón y los que acuden a los festivales de cine (Gijón, Donostia, Valladolid, Venecia, Cannes, etcétera) y los de jazz. El turismo deportivo, que mueve a millones de personas para ver los Juegos Olímpicos, los campeonatos de la Champions League en Europa y los Campeonatos del Mundo de Fútbol. El 'turismo sexual' en Tailandia, Indochina y Cuba, y un largo etcétera. Las opciones son tantas y tan variadas que no puedo citarlas todas en el espacio del artículo.
Elijan aquello que deseen, pero no se olviden, sobre todo en verano, del viaje placentero que procura la lectura de los libros. En mi caso, han sido los mejores y los más inolvidables. Viajar leyendo, leer viajando. Cuando veraneamos contemplar paisajes nuevos nos proporcionan una gran dicha, pero tras todas estas tipologías y clasificaciones mencionadas, puedo sostener, parafraseando un verso de un poema de George Oppen, que algunos de los sitios más hermosos del mundo no están muy lejos, se encuentran en el cuerpo de la persona que amas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.