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El otro día, bromeando con un amigo soltero (nunca comprendí por qué una persona adquiere el adjetivo 'soltero' al ir cumpliendo años, cuando uno está como siempre estuvo, es decir, solo), le pregunté si había ligado algo este verano. Me respondió que había ligado el ... doble que el anterior. El verano pasado ligó nada y este nada de nada. Pero es optimista, no pierde la esperanza, va a intentarlo de nuevo y esta vez no buscará cortejar en los bares, ni encontrar chica en las páginas de citas. Va a ver lo que sucede en el Mercadona que tiene al lado de casa. No pude evitar una carcajada cuando me puso al corriente de la moda de ir a ligar de siete a ocho al supermercado y los códigos convencionales que se utilizan, ya saben: la piña invertida, la botella de vino, el choque con el carrito, llevar lentejas indica que buscas relación seria; portar lechuga, una relación momentánea y si añades una caja de preservativos es que buscas sexo esporádico.… Cmo vemos la sobrecarga de cibersexo, contactos 'online' y el exceso de representación en que vivimos han modificado los modos de relación social y personal. Muestran el empobrecimiento de las relaciones y de los vínculos sociales. Resulta que ligar, practicar sexo y todos los aspectos de la vida en la era de la información, están controlados por la manipulación de los signos, los símbolos, el marketing y las memeces de 'influencers' y 'tiktokers' que se viralizan. El grado de idiotez y de borreguismo es tal, que me comentó la encargada de un supermercado en el que compro que en el Mercadona de Montevil, en Gijón, tuvieron que intervenir los guardias de seguridad por el jaleo que montaron grupos de jóvenes que se habían dado cita 'para ligar', se hacían selfies y grababan desternillándose sus hazañas, como si estuvieran en la calle, para después colgarlas en Tik Tok (hay vídeos).
Pero fuera de bromas y de ligar en el Mercadona, el asunto de la seducción y el sexo nos han preocupado desde siempre por ser las fuentes del placer más intenso. Si tecleamos en Google la palabra 'sexo' aparecen 805 millones de páginas. Lo que nos muestra que el sexo por internet y las páginas de citas son una modalidad muy utilizada por todo tipo de personas, jóvenes, adultos y, lo que es peor, menores de edad, que buscan relaciones y estimularse sexualmente. La red ofrece, como dicen expertos en sexología, «la destrucción de tabúes y mitos, como que la masturbación es nociva, fomenta las fantasías sexuales, sirve de vía de escape para los más tímidos y contribuye a normalizar tendencias o prácticas que hace poco estaban demonizadas, como el sadomaso o el intercambio de parejas, y permite además mostrar la imagen mejor de uno mismo, aunque esta no sea real». Pero también tiene sus inconvenientes. La soledad no deseada se convierte en el negocio de las páginas de citas y cartografía a la perfección la falta de vínculos, la carencia de amistades y el aislamiento que propician los contactos 'online'. Las páginas de citas «catalogan las necesidades emocionales por edades, por divorcios, por aspiraciones a los encuentros efímeros, por relaciones estables y por orientaciones afectivas». Sobre todo, lo que documentan es una sociedad que tiene fragmentada la cooperación, el desinterés por la persona próxima y la posibilidad de usar y tirar cuando nos apetezca a los contactos lejanos y la pérdida de la conversación con el desconocido como lugar de encuentro.
Son negocios basados en la ansiedad y la falta de tiempo de gente con mucha prisa, por eso es más cómodo conectarse que salir por los bares a ligar. Aunque van apareciendo nuevas tendencias. La gente se va cansando de las relaciones 'online' y los contactos digitales de imágenes sin carne y vuelve la pasión por los encuentros físicos con personas a las que se pueda mirar a los ojos, que se puedan oler, tocar, sentir; sin embargo, las aplicaciones siguen funcionando gracias a la creencia de que quien está en esas páginas busca lo mismo que tú.
Por otra parte, el consumo masivo de porno por menores está haciendo puré la percepción realista de lo que es la sexualidad. Algunos adolescentes acaban teniendo complejos porque comparan la dimensión de su pene con las que exhiben los actores porno, considerando que lo normal es lo que ven en la red. Además, fomenta actitudes machistas, porque las páginas de sexo duro convierten en objeto a la mujer y algunos se acostumbran a cambiar de identidad, hombres que simulan ser mujeres o viceversa y casi nadie dice la edad real que tiene.
En resumidas cuentas, muy mal andamos cuando buscamos ligar entre quesos y latas de conserva. Datos oficiales muestran además que las infecciones de transmisión sexual (ITS) como la gonorrea, la sífilis y la clamidia han alcanzado los picos más altos de las últimas tres décadas. De hecho, entre adolescentes se habla ya de epidemia, porque, según las estadísticas de un estudio que realiza Sanidad cada cuatro años, los adolescentes de 15 a 18 años admiten no haber usado condón la última vez que tuvieron relaciones. Toda una muestra de relaciones y sexualidad crepusculares. Ay, si Lewis Carroll levantara la cabeza, seguro que identificaría la red como la atracción impenetrable del otro lado del espejo del cuento 'Alicia a través del espejo'.
Sexo crepuscular, que denota la pérdida de la escucha, la incapacidad de sentir al cercano y la mutación de lo real en simulacro. ¿Qué tal si en vez de invertir 'la piña', como decían los fenomenólogos «volvemos a las cosas mismas»?
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