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Sendas tentadoras

Nos vamos acercando a la posibilidad de construir máquinas que se asemejen cada vez más a nosotros, como robots androides, o implantar chips en cerebros que nos permitan manejar dispositivos digitales. Sendas tentadoras, pero peligrosas

Martes, 23 de julio 2024, 02:00

Del 8 al 11 de julio Gijón acogió una Conferencia Internacional sobre Nanotecnología. Busqué material para relacionar el artículo con el tema y encontré dos noticias y un texto. La primera noticia es que Elon Musk anunció que su empresa Neuralink logró implantar un chip ... en un cerebro humano. La segunda es que existen técnicas de producción multicelular de organoides cerebrales. Los organoides son microtejidos multicelulares tridimensionales, creados a partir de células madre y diseñados para recrear fielmente la compleja estructura y funcionalidad de un órgano. Los organoides cerebrales, aunque no se parecen a versiones diminutas del cerebro humano, contienen neuronas capaces de realizar funciones similares a las del cerebro porque pueden formar múltiples sinapsis. En cuanto al texto, rebusqué en el libro del neuropsicólogo Mark Solms, 'El manantial oculto' (Capitan Swing, 2022). En el capítulo 'Construir una mente', Solms, comenta un texto de David Chalmers, uno de los autores eminentes en el estudio de la consciencia, que sostiene, apoyándose en varios experimentos, nada menos que lo siguiente: «Si los cambios en la experiencia corresponden a cambios en el procesamiento, entonces podemos concluir que si logramos sustituir las neuronas por chips de silicio con la misma función local, podríamos obtener un sistema isomorfo que tuviera el mismo tipo de experiencias». En otras palabras, en dos sistemas compuestos por elementos distintos, pero con la misma organización funcional, uno de neuronas y otro de chips de silicio, surgirían las mismas experiencias. En consecuencia, si reformulamos la consciencia como una forma de sentimiento podríamos dar una explicación física de la misma y no haría falta para que en una entidad surgiera la chispa de la consciencia contar con algo parecido a un sistema nervioso, sólo se requeriría la existencia de un sistema que funcione como tal. Con estos mimbres nos vamos acercando a la posibilidad de construir máquinas que se asemejen cada vez más a nosotros, como robots androides, ginoides para usos sexuales y la posibilidad de sustituir partes de nuestro cuerpo por exoesqueletos o prótesis, o poder implantar chips en cerebros que nos permitan manejar dispositivos digitales. Sendas muy tentadoras pero a la vez peligrosas.

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