El tiempo es relativo. Para comprobarlo no hace falta tener en cuenta las intrincadas demostraciones de Einstein en la Teoría de la Relatividad. Bastará con señalar que todos los años se sustituye el horario de invierno por el de verano el 31 de marzo. Atiende, ... entre otras cosas, a un supuesto ahorro energético del que nos convencieron y ahora ponen en entredicho. Pero el tema de este artículo no es el cambio de hora, sino comentar la siguiente noticia divulgada por los medios: 'Debido al cambio climático los casquetes polares se están derritiendo y es un factor, junto a otros como el frenazo del núcleo terrestre, que contribuyen a frenar la rotación de la Tierra, incrementándose así su movimiento irregular'. El agua deshelada se distribuye por el planeta, lo que conlleva una transferencia de masa de los polos hacia el ecuador y ralentiza su rotación. Esta disminución de velocidad influirá en la medición del tiempo astronómico, en concreto, en la medición de lo que es un segundo (base del tiempo universal), vinculado al giro de la Tierra.

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En el siglo XV se introdujeron los primeros relojes mecánicos, que sólo tenían una manecilla que marcaba las horas. Después se añadió la que marcaba los minutos en el siglo XVI y la de los segundos se introdujo en el siglo XVIII. Posteriormente, en 1967, se cambió la definición, internacionalmente aceptada, de segundo. Desde entonces se utilizan para medir el tiempo relojes atómicos mucho más precisos. Medimos el tiempo por medio de relojes y examinamos los movimientos periódicos, ya sean el de rotación y traslación de la Tierra, las oscilaciones de un péndulo, o las oscilaciones y vibraciones naturales de un átomo de cesio 133 (tan exactas, que dicen que solo pierde un segundo cada treinta mil años, ¡cáspita!), que nos servirán para definir lo que es un segundo. En 1967 la Conferencia General de Pesos y Medidas definió el segundo como «la duración de 9.192.631.770 periodos de la radiación correspondiente a la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del átomo de cesio 133» (casi nada). Dicho más sencillamente, un segundo es el tiempo que se toma el cesio en oscilar ese número de veces. En cualquier caso, los movimientos de estos relojes son los que definen el paso del tiempo para nosotros. Por lo que podemos inferir que no contamos con un significado cotidiano que dar a la noción de tiempo, aparte del proceso con el que se mide. Se denomina en Filosofía una concepción del tiempo operacionalista, en la que este se define sólo por la forma en que se mide. Esta concepción sobre el tiempo es distinta a otra, denominada trascendental, que consiste en ver el tiempo como un telón de fondo en el que se mueven los cuerpos y toda la materia (no me extenderé en esta última concepción).

Desde la más tierna infancia (lo estudiábamos en la escuela) sabemos que la Tierra tiene tres tipos de movimientos: rotación alrededor del eje, cada 24 horas tomando como referencia al sol; el elíptico de traslación alrededor del sol, que dura 365 días a las que hay que sumar algo menos de seis horas, y el movimiento cónico de oscilación del eje de rotación terrestre, que añade 0,7 segundos de arco en un periodo de 433 días a la precesión de los equinoccios. De igual modo, sabemos que los segundos y los minutos provienen de la división sexagesimal del grado, implantados hace tiempo por astrónomos babilónicos. En cuanto a los términos 'minuto', tiene su origen en el latín 'prima minuta', primeras partecillas de la hora, dividida en sesenta partes, y 'segundo' que viene de 'secunda minuta', segundas partecillas o divisiones de la 'prima minuta'. Fraccionar el día en 24 horas, las horas en sesenta minutos y el minuto en sesenta segundos quedó establecido en la civilización occidental.

Tras estas prolijas precisiones, volveré a la pérdida de velocidad en la rotación de la Tierra, que hace aumentar la falta de sincronización entre el tiempo universal y el medido por los relojes atómicos. Esta desincronización, que ya existía antes de que los polos se deshelaran, se ajustaba programando los relojes atómicos con un día cuya duración es de 86.401 segundos y no 86.400 exactos (24 horas). Ese método de ajuste, que supone la suma o resta del tiempo en los relojes, es conocido como el 'segundo intercalar'. Antes se añadían para sincronizar ambos, pero ahora se tendrán que restar, lo que comportará que un minuto dure solo 59 segundos. Si este segundo astronómico no es siempre igual, perdemos capacidad de precisión en el cálculo. Esto cambiará varias cosas, porque las unidades de medida del sistema métrico dependen del segundo, por ejemplo, la unidad de longitud, el metro (definido como «la longitud del trayecto recorrido en el vacío por la luz durante un tiempo de 1/299.792.458 de segundo») y otras magnitudes definidas en función de él.

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Si el amable lector ha tenido la paciencia de leer hasta aquí el artículo, un poco farragoso y que peca de erudito, me imagino que se preguntará: bueno, y ¿qué? ¿Cambiará en algo mi vida porque se cambie la definición de segundo y los minutos duren 59 segundos? Además, teniendo en cuenta que la velocidad de rotación de la Tierra es de unos 1.760 Km por hora, no pasaría nada porque fuera un poquitín más despacio, ¿no? (bromeo). Pues bien, creo que en la vida cotidiana no nos aceptará, pero en los sistemas computacionales y en las redes de comunicaciones sí es conveniente actualizar la noción de segundo para tener precisión, rigor, exactitud y mantener orden en las cosas con las que tratamos. Por el contrario, para los negacionistas del cambio climático será 'peccata minuta'. Me decía un amigo negacionista, que ya falleció: «Que la temperatura media en la ciudad haya subido un grado en cincuenta años sólo significa que la gente empieza a sudar seis minutos más temprano que en 1970. Después de todo, ¿qué hay de malo en que el sur empiece un poco más al norte? Esto del cambio climático no está nada mal, que más nos da que haya unos pocos grados más en el termómetro si nos permite ahorrar en calefacción y disfrutar de tiempo más agradable». Qué cosas y qué tiempos nos están tocando vivir, ¿eh? Minutos de 59 segundos, quién nos lo iba a decir. Disfruten del verano.

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