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La revolución feminista sigue en marcha y ayer conmemoramos el Día Internacional de las Mujeres. Desde todos los ámbitos debemos implicarnos también los hombres, para que el mundo sea más justo y se consiga la igualdad. Voy a dedicar a las mujeres este breve elogio, ... resaltando algunas cualidades que las identifican.
En primer lugar, destacar que a pesar de las críticas que se vienen haciendo, la utilización del femenino en expresiones como 'todas y todos', 'ministras y ministros', 'niños y niñas', etcétera, en vez de usar el masculino como genérico, tienen su razón de ser. Lejos de decir que no hay que sobredimensionar las disputas en torno a las palabras, creo que las polémicas en torno a las mismas son disputas en torno a la realidad. Las palabras definen la esencia de los conceptos con los que ordenamos, hacemos y deshacemos el mundo y, por consiguiente, transforman la realidad desvelando las posiciones de poder. No es por casualidad que el feminismo haya levantado el estandarte en las relaciones y agresiones sexuales con el 'sólo sí es sí' en la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, o el 'no es no'. Esta última expresión es la negación de la violencia y de su conversión por parte de algunos hombres en objeto. El 'no es no' es una de las formas políticas de negación de la negación. Es el intento de transformar las relaciones de poder y decir no a quien niega el estatuto de sujeto en los actos discursivos. Negar la negación y afirmar la afirmación no son tautologías, como piensan algunos, sino que devienen en una actitud política que también se encuentra en la base de las actitudes y los juicios morales. Cuando decimos 'ni una mujer asesinada más', 'nunca más'... son juicios que expresan la necesidad de hacer posible lo que deseamos para todos los seres humanos, para que no sea posible lo que rechazamos, ya que como decía Walter Benjamin «negar el presente es la condición necesaria para no poner en peligro a los propios muertos». Si dejamos el presente intacto condenamos a las víctimas al olvido y, consecuentemente, las convertimos en víctimas para siempre. Por eso es necesario calificar también como agresión sexual lo que no hace mucho tiempo se consideraba parte de la vida íntima de las parejas y eran violaciones en toda regla, cuando no había consentimiento expreso por parte de la mujer. 'Sí' significa sí y 'no' significa no. ¿Está claro de una vez, machitos?
Por otra parte, debo resaltar que las mujeres gozan de una mayor destreza en la comunicación verbal y no verbal porque tienen una competencia expresiva mayor. Saben 'leer' mejor los signos de un interlocutor: las palabras que decimos o silenciamos, un ligero movimiento de cabeza, apretar o lamernos los labios, un halago, cambiar el tono de voz, suspirar, una mirada lasciva, pueden llevar a una mujer a pensar que nos sentimos incómodos, estamos decepcionados o vamos a proponer alguna cosa. A nosotros, los hombres, nos resulta más difícil conocer el estado de ánimo de un interlocutor o interlocutora; ellas, en cambio, saben percibir las expresiones de la cara de forma instantánea. Decía Benjamin que «antes de que un hombre las mire, ya se han visto reflejadas diez veces en los espejos». La variedad tonal de la mujer es más amplia que la nuestra y cuando conversamos con ellas sus tonos tiñen de una paleta multicolor las emociones y sentimos su voz cargada de sentimientos. En los actos comunicativos no solo emitimos información, sino que trabamos relación, la fortalecemos y a veces la rompemos. En cuanto a los piropos que no vienen a cuento, pueden molestar a las mujeres porque pueden ser vistos como agresiones verbales y se las debe respetar, no tienen por qué sufrir violencia masculina, ni siquiera mediante el lenguaje. «Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo», afirmaba Wittgenstein.
Conseguir efectivamente la igualdad conllevará un mejor mundo para todas y todos, no me cabe ninguna duda. La lucha feminista es también la de todos los hombres que queremos a las mujeres y las respetamos.
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