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Pink Floyd fue una banda legendaria de la historia de la música, que forma parte de mi memoria sentimental. Aprovechando que se han cumplido 50 años de la edición del disco 'The Dark Side of The Moon', lo volví a escuchar y me lancé a ... escribir este encomio.
Al escudriñar la portada surgió en mi mente asociativa ese poder de evocación que tienen los discos míticos. Lo primero que me vino a la cabeza fue una anécdota personal. En la carátula del disco aparece la cara de un prisma triangular que, atravesado por un rayo de luz, se descompone en los colores del espectro y aparece el arco iris. Cuando era niño, a un amigo y a mí nos parecía que el arco iris era una alucinación. Una tarde que apareció en el horizonte, subidos en las bicicletas, corrimos tras el extremo del arco. Y cuando parecía que nos acercábamos a él, siempre retrocedía. Comprendimos entonces que ningún arco iris aparece a menos que el sol, el espectador y el centro invisible del arco estén en línea recta. Cada vez que nos movíamos cambiaba su posición aparente. Unos años más tarde, descubrimos que si un observador y el sol están correctamente alineados, surge el arco iris cuando aumenta la humedad y las gotitas de agua del aire. Indagaciones de críos movidos por la curiosidad.
Años más tarde de aquel extraño descubrimiento encontré el disco mencionado en una tienda. Había escuchado otros discos de Pink Floyd: 'Ummagumma', 'More' y 'Meddle', de la mano de mi amigo Prisci, que era un fan de la banda. Lo compré atraído por la simbología de su portada. El prisma simboliza el viaje de la mente a través de las emociones, los estados de ánimo y la psicodelia, término que proviene del griego 'psyché' y 'deloun' que significa «algo que manifiesta la mente o lo que es capaz de tener efectos profundos sobre la consciencia». El arco iris simboliza la fragilidad, lo efímero de la existencia y la inevitabilidad de la muerte. La cara triangular del prisma puede simbolizar la relación entre pasado, presente y futuro. Al oír las letras de sus canciones sentí una experiencia sublime. 'Money' habla de la avaricia; 'Time' trata del envejecimiento; 'On the Run' y 'The Great Gig in the Sky', reflexionan sobre la muerte. Temas profundamente filosóficos.
Pero 'The Dark Side of The Moon' es mucho más que su portada y las excelentes letras; es su música alucinante que acaricia la exquisitez y plasma las emociones del ser humano a lo largo de la vida. Se nota la influencia del jazz. Suenan saxofones, flautas, sintetizadores, piano, guitarras, bajo, coros femeninos, la excelente voz de Clare Torry en 'The Great Gig in the Sky', cajas registradoras, los latidos del corazón, despertadores sonando en cientos de relojes.
Un disco psicodélico. ¡Ay la psicodelia, y su relación con el LSD! La sustancia de los viajes alucinantes, sintetizada por primera vez en 1938 por el químico Albert Hoffman, que el mismo ingirió el 19 de abril de 1943. Contaba Hofmann que tras la ingesta sintió tal grado de confusión que pidió a su ayudante que le acompañara a casa en bicicleta. De ahí, que el 19 de abril se celebre el Día de la Bicicleta (el primer viaje de ácido), aunque la ONU decidió cambiar la fecha por el 3 de junio (no sé por qué). El LSD abrió las puertas de la percepción visionaria a aquellos hippies sesentayochistas. Con LSD experimentaron todo tipo de psiconautas, pintores como Úrculo y escritores de la talla de Aldous Huxley, Jack Kerouac, William Burroughs, Henri Michaux y españoles como Antonio Escohotado, Luis Racionero y muchos otros. Decía Albert Hoffman que para que la experiencia psicodélica sea positiva para el individuo requiere de cierta preparación. Si se toma LSD debe ser dentro de un marco ceremonial de concentración espiritual, sereno y contemplativo; de lo contrario, puede tener efectos muy angustiosos porque potencia lo que llevas dentro. La droga vivifica los aspectos anímicos. Comentan que la toman en microdosis algunos programadores de Silicon Valley para potenciar su creatividad. No me extrañaría nada que el metaverso haya sido creado por mentes que ingirieron LSD y estos viajes a las tierras digitales emulen efectos del psicofármaco. Yo todavía alucino escuchando la música lisérgica de 'The Dark Side of The Moon' y recordando aquel viaje en bicicleta en el que intentamos alcanzar el arco iris.
P. D. En el año 2017 hubo una exposición de Pink Floyd en el museo Victoria & Albert, de Londres. Estaba compuesta por más de 300 piezas de la banda: cartas, pósters, fotos, instrumentos... que, aderezados con montajes audiovisuales, causaron una experiencia estética sin parangón a los seguidores incondicionales del grupo. Propongo una idea para la nueva Corporación Municipal de Gijón que se encargue de cultura. Estaría genial que intentaran traerla a Gijón, con motivo de la conmemoración de los 50 años del disco mencionado.
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