Si ye verdad

Las paredes de EL COMERCIO, las del viejo periódico, en vísperas hoy de una reforma, todavía tiemblan recordando su voz. Atronadora. Avisando de la última hora, corrigiendo la última errata, preguntando una y otra vez, comprobando y comprobando. Canal tiene (y va a seguir teniendo) un millón de frases célebres que se repiten a diario en esta casa; la que más su: «¡Eso ye noticia... si ye verdad!». «Si ye verdad», la duda en la que empieza todo, la razón de ser primera de un periódico. Me pregunto ahora mismo si ye verdad que el hombre roca que un día hace ya casi treinta años me echó mi primera y merecidísima bronca periodística nos ha dejado, si ye verdad que no va a volver a llegar su artículo el domingo para el lunes, siempre más largo de lo que había prometido, siempre más crítico. Si ye verdad que en su cabeza enciclopédica, nuestra wikipedia antes de wikipedia, no va a entrar un dato más. Si se nos ha acabado el recurso infalible del 'eso pregúntaselo a Canal'.

Trabajar con José Antonio Rodríguez Canal fue hacerlo con un gigante, una escuela cotidiana de rigor, de respeto «por el que nos paga», que no es otro que el que nos lee. Que Canal te cogiera una página era una suerte y una faena a partes iguales, porque sabías que el texto iba a salir perfecto, pero te esperaba un folio lleno de tachones y correcciones, y probablemente tu nombre sonaría y retumbaría junto al de la hermana que paradójicamente no tenía, pero que terminó como coletilla cotidiana, metáfora de lo inverosímil: «¡Y la mi hermana!». Prodigioso con las fechas, preciso con los números, atributo en el que los periodistas no siempre abundamos, por encima de todo estaba su gijonesismo militante, su sportinguismo a prueba de tanque, su compromiso social insobornable. Eso y un corazón tan enorme como aquellas voces, esas que hoy resuenan y que guardamos ya como un tesoro, igual que sus lecciones, generaciones de periodistas. ¡Hasta siempre, capitán!