Liberalismo, 'ma non troppo'
Jorge García Monsalve
Domingo, 19 de enero 2025, 01:00
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Jorge García Monsalve
Domingo, 19 de enero 2025, 01:00
En febrero de 1944, el economista vienés, nacionalizado británico, Friedrich von Hayek, publicó su 'Camino de servidumbre'. Esta obra, considerada una de las biblias del liberalismo moderno, es una oda apasionada a la libertad individual, al capitalismo y a la economía de mercado. Según Hayek, ... la intervención del Estado, la planificación económica que se ha ido abriendo paso en las democracias occidentales conducirá, tarde o temprano, al recorte de libertades y en último término al totalitarismo socialista. Téngase en cuenta que, tanto en 'Camino de servidumbre' como en otros libros suyos, Hayek utiliza la palabra socialismo como sinónimo de comunismo. El premio Nobel de economía en el año 1974, no distingue entre el socialismo de raíz marxista y la socialdemocracia; ambos son sinónimos de dirigismo económico y, a la postre, de desaparición de las libertades.
Sin embargo, tal y como señala mi admirado Tony Judt en su delicioso libro 'Algo va mal' (2010), publicado pocos meses antes de su muerte, al final de la Segunda Guerra Mundial «no quedaban muchas personas que creyeran en la magia del mercado». Y eso fue así durante las siguientes tres décadas, con un Estado del Bienestar que cubría las necesidades de los individuos «desde la cuna hasta la tumba». La cosa empezó a cambiar en los años ochenta del pasado siglo con la llegada al poder de personajes como Ronald Reagan y Margaret Thatcher, iniciándose un imparable proceso de desregulación y un paulatino desmantelamiento, por costoso e ineficiente, del Estado del Bienestar; proceso que persiste aún hoy en día.
Pues bien, desde mi modesta atalaya como concejal de la posición en el Ayuntamiento de Oviedo, he podido observar de cerca a alguno de esos personajes que se autoproclaman en cada una de sus intervenciones como liberales, abrazando, con la fe del converso, todos y cada uno de los dogmas de la fe liberal. Son los mismos que rechazan cualquier intervención de las administraciones en el mercado de la vivienda, confiando en que sean la sacrosanta ley de la oferta y la demanda y la «mano invisible» del mercado de la que hablaba Adam Smith, las que acaben estabilizando unos precios del alquiler inasumibles para miles de ciudadanos y ciudadanas de nuestro municipio; eso sí, mientras tanto, no dudan en acudir raudos al rescate de un fondo suizo, enterrando millones de euros procedentes del erario público en una más que dudosa operación inmobiliaria en el antiguo centro comercial del Calatrava, cumpliendo, una vez más, con el viejo axioma liberal de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.
Asimismo, son aquellos que no tienen ningún reparo en acusar a los gobiernos del Estado y del Principado de Asturias de practicar una «voracidad fiscal» y de ser unos insaciables recaudadores de impuestos, mientras meten un «sablazo» de trece millones de euros a los vecinos y vecinas de Oviedo para cubrir su más que cuestionable gestión.
Y son aquellos, en fin, que se pasan el día denostando a un Estado y a una Administración Pública ineficientes, corruptos y cercenadores de la iniciativa privada, mientras llevan la práctica totalidad de su vida laboral viviendo de un sueldo público.
En Asturias tenemos un término que describe muy bien a estos falsos apologetas de la libertad, que, sin haber leído ni una sola línea de von Mises, Hayek, Popper o Isaiah Berlin, nos aturullan, un día sí y otro también, con sus simplezas, sus frases hechas y sus eslóganes facilones sobre el esfuerzo personal, la libertad individual, los males de la estatización y la inoperancia del Estado en materia económica.
Son, como diría aquel viejo obrero del metal que fue mi padre, liberales «de caleya». Dicho queda.
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