Ayer se aprobó en junta de gobierno el nuevo plan de usos del edificio de Tabacalera, por el cual las dos primeras plantas pasarán a convertirse en una sala de exposiciones. Un museo, vaya. Una idea que ya circuló en la cabeza de los responsables ... de la Fundación Municipal de Cultura del último gobierno de Paz Fernández Felgueroso y que, más de quince años después, aun seguimos esperando.

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Y es que nuestros gobernantes nunca han sabido muy bien qué hacer con el edificio situado en el corazón del barrio alto. En 1990, cuando la actividad tabaquera aún estaba en marcha y la empresa estudiaba su traslado a Porceyo, el entonces alcalde, Vicente Álvarez Areces, acordó con el Ministerio de Educación y Ciencia que, cuando la fábrica abandonara el edificio, éste fuera remodelado para su uso como «centro de educación permanente». Se miraba como horizonte para el inicio de esas obras a 1992, llegando a fijar en 300 millones de pesetas (1,8 millones de euros) la inversión necesaria, que incluía el traslado a Cimavilla de las aulas de los colegios públicos Jovellanos y Cabrales. El proyecto nunca se llevó a cabo, pues Tabacalera renunció a trasladarse a Porceyo y siguió en el barrio pesquero, hasta su marcha de Gijón en 2002.

Cuando se produjo el cierre, se propuso por parte del Gobierno transformar las instalaciones fabriles en un gran edificio judicial, con la intención de que tuvieran cabida en él la Audiencia Provincial y los juzgados de lo Civil. Pero en 2004 la alcaldesa, entonces Paz Fernández Felgueroso, manifestó la intención del Ayuntamiento de que el inmueble pasara a ser de propiedad municipal e inició las negociaciones oportunas para ello. Fue así como se llegó al acuerdo por el que se permutaba el edificio por la parcela de la Bohemia en la que hoy se ubica el Palacio de Justicia. La operación se firmó en 2005. Y ya entonces se empezaron a pergeñar ideas para darle un uso cultural.

En 2015 se adjudicaron por 3,8 millones de euros unas obras de consolidación que debían entregarse en un plazo de 15 meses, pero que se prolongaron hasta julio de 2020. Mientras se ejecutaban estos trabajos, continuaban los vaivenes en torno a los usos. Bajo la Alcaldía de Carmen Moriyón se abrió un proceso participativo y se llegó a presentar una propuesta que renunciaba a la pinacoteca y creaba un espacio para vivero de empresas del sector creativo y cultural y un centro cultural para el barrio, al tiempo que contemplaba el traslado al edificio de la sede del FICX.

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Ahora vuelven a la idea del museo. Esperemos que sea la propuesta definitiva. Y que pronto la veamos echa realidad.

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