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Ha pasado la friolera de 33 años y los protagonistas y sus familias siguen recordando aquellos días como si hubieran sido hace nada. La marcha ... de hierro en defensa de la siderurgia integral y pública fue una movilización histórica. Dieciocho días de caminata hasta Madrid. 500 kilómetros con sol, lluvia y frío, para exigir al Gobierno de Felipe González un futuro para la siderurgia y para Asturias. Algunos rompieron por el camino; las agujetas no se sentían porque era muchísimo peor el dolor de las heridas en los pies, y en las cabezas de aquellos 250 siderúrgicos planeaba continuamente la duda sobre el resultado de tanto esfuerzo. El objetivo último de la histórica marcha de hierro era salvar la siderurgia, y que siguiera siendo de mayoría de capital público. Solo lo primero se consiguió. Pero sus protagonistas, muchos de ellos compañeros de CC.OO, saben que la clave del éxito de aquella protesta que resonó a nivel nacional e internacional fue la unión, más allá de las siglas o las ideologías, de toda Asturies.
Ensidesa y Altos Hornos de Vizcaya (AHV) se habían convertido en 1991 en la Corporación Siderúrgica Integral (CSI), y el plan de futuro pasaba por una fuerte reconversión industrial decretada por el Gobierno de Felipe González y el que entonces era su ministro de Industria, Claudio Aranzadi que contemplaba una reducción de 900.000 toneladas y una disminución en las plantillas de 6.400 puestos de trabajo en Asturias, cuando ya había perdido 9.000 en décadas anteriores.
Los sindicatos exigían no solo la retirada del plan, sino que se sustituyese por uno de reindustrialización que garantizase el futuro de las comarcas siderúrgicas y de Asturias; inversiones para modernizar las plantas productivas, y mejoras en las condiciones de salida de los miles de trabajadores que debían abandonar la antigua Ensidesa.
Nadie de mis compañeros recuerda bien cómo surgió la idea de ir caminando a Madrid pero lo cierto es que los sindicatos asturianos se organizaron para distribuir tareas y organizar el viaje. Los participantes aún recuerdan el apoyo recibido a lo largo de toda la marcha. Mientras todas las miradas se centraban en los caminantes, los dirigentes sindicales en Madrid, Asturias y Bilbao no estaban parados. Durante esos 18 días las conversaciones e intentos de negociación eran constantes, pero sin resultados. Todo se fiaba a la entrada de la marcha de hierro en Madrid y si tenía éxito o no.
Lo tuvo, y aunque no se consiguió todo, Asturias y Gijón tienen hoy los dos únicos hornos altos que hay en el país, se consiguieron inversiones y la salida de la plantilla fue ordenada y con buenas condiciones económicas. Mas de treinta años después, se ciernen muchas dudas sobre el futuro de la siderurgia. Por eso es bueno recordar con un parque que rinde homenaje a la Marcha de Hierro, y que mañana se inaugura en La Calzada, que la lucha es el único camino
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