Se ha puesto de moda lo que los psicólogos llaman salir de la zona de confort. Se refieren, al parecer, no sólo a levantarse de la poltrona o huir de un lugar calentito, sino cambiar el estado de hibernación de las mentes de los que ... están satisfechos de sí mismos. Aquellos que repiten a diario 'déjame estar y no me metas en líos'. Eso sí, partidarios de cualquier gobierno que garantice la paga, o la paguina, y que deje soñar con los milagros y la lotería. Yo intento salir también de mi zona de confort, pero me pregunto, hacia dónde voy a tirar a estas alturas. Cambiar, cuando quedan pocas hojas que arrancar en el calendario. Como último consuelo, echar mano de las citas de los clásicos y menos clásicos. Las citas en abundancia pueden llevar a que alguien te llame como al personaje de las breves crónicas de mi amigo Arturín Arias, al que apoda 'casacites'. Lo primero, aquello que dice la Celestina: que nadie es tan viejo como para no durar un día más, ni tan joven como para no morir mañana. La segunda cita, tomada de una canción de George Brassens, que dice algo así como que cualquier edad es buena para desatinar. A él le había tocado enamorarse de una joven cuando ya se encontraba caduco y gastado. Pero los hay que nunca escarmientan. O nunca escarmentamos, vaya usted a saber.

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Lo que a mí me pasa es más sencillo, pero a veces me parece una quimera y otras se me antoja como un regalo. Los chicos de La Galerna, el grupo de teatro gijonés que ya va por su 40 cumpleaños, me convencieron de que suba de nuevo a los escenarios para desempolvar aquellos libretos de los comienzos del sexagenario, y afortunadamente vivo, grupo Gesto. Las obras se conservan en los papeles, pero de los que las estrenamos ya quedamos tan pocos que sólo resta mirar hacia atrás con ira y con pena. Pero aquí sigo, con una proposición que me hacen y que no puedo rechazar. Porque en este renacer para el recuerdo de Gesto nos topamos con Cristina Pérez, que nos dirige. Nuestra querida Cris, que tiene tiempo para todo. Acaba de llegar de Lanzarote, donde ha ganado el primer premio con su obra 'Quiero bailar', escrita e interpretada por ella misma. Y este mismo año ya habían premiado también su obra '¿Quieres ser mi maja?' en Zaragoza, dirigida por Javier Moreno. Cristina Pérez se consolida como dramaturga y actriz. Sabe dirigir con la humanidad y dulzura de quien se encarga de llevar el teatro a gente veterana de los centros sociales, o a un grupo de disminuidos psíquicos. Un trabajo, este último, del que dice sentirse muy orgullosa.

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