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El señor José Alejandro Vara, escritor y periodista, que anduvo por muchos caminos y cruzó varias veredas antes de recalar en el digital 'Vozpópuli', titula su último artículo 'Romance de lobas en el bosque de Feijóo'. Los que somos adictos a Valle Inclán descubrimos que ... el título es una remembranza de la obra del genial escritor, dando a entender que ahora son lobas, en vez de lobos, los que van a pugnar en Galicia en las próximas elecciones autonómicas. La lucha lobuna, según el señor Vara, se deriva de la ruptura de Sumar y Podemos, que pondrá frente a frente a Yolanda Díaz y Ángela Rodríguez Pam, una de La Coruña y la otra de Pontevedra. O sea, 90 años como quien dice con la política española en manos de gallegos, a ver quién me explica esto. Pero el caso es que el señor Vara, después de cargar a las lideresas Díaz y Pam con toda clase de epítetos, dice de esta última como remate de insultos que «tiene rostro aldeano y ademán brioso».
A los que tenemos 14 apellidos aldeanos, nos fastidia que los villanos nos difamen y sigan considerándonos inferiores. Los supuestos humoristas tienen como diana al mariquita, al disminuido y al paleto. Con los primeros ya no se atreven, porque constituyen un importante lobby; los que poseen algún impedimento físico o psíquico ya reclamaron que retiren la palabra disminuido de la Constitución. Queda inerme el aldeano, el paleto, para regocijo de los chistosos hijosdalgo, que también pueden ser llamados hijos de otra cosa. El aldeano lo mismo tiene que soportar a algún chistoso malnacido que a una ministra que les suelta los lobos y las lobas para ahuyentarlos de sus tierras. Somos metecos, los aldeanos, en tierra de odiadores. Y además tenemos una cara especial, según el escriba, para que nos identifique en la distancia el cazador.
Recurro a la alcaldesa señora Moriyón, puesto que en tiempos de Alfonso Camín, el poeta habla de Somió como una de las tantas aldeas del concejo de Gijón. Más aldea aún es Canero, en el lejano Oeste, donde nació la mejor científica del siglo XX, Margarita Salas. Una mujer, gijonesa de adopción, honrada primero en Madrid y Toledo antes que en esta tierra, que es madrastra de sus hijos más ilustres. Usted, que transita por una ciudad con calles dedicadas a dudosos personajes, como científica haga presión para que al aeropuerto llamado de Ranón, de Santiago del Monte y hasta de Oviedo, se le ponga en letras grandes ese nombre de mujer. Para que las niñas vean que la ciencia también es cosa suya. Para honrar a una mujer excepcional.
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