Según algunos estudiosos que hicieron recuento de las villas y aldeas de Asturias, la palabra para nombrar a una de ellas, Sanabuega, es un derivado de sinagoga, lugar de culto clandestino de judíos desterrados y conversos a la fuerza, que fueron a esconderse en rincones ... apartados de las montañas de Asturias. Sanabuega y Noceda son dos aldeas separadas por un río que limita los concejos de Cangas del Narcea y Allande, y de allí proceden una parte de mis ancestros. Así que tengo una remota posibilidad de llevar en las venas sangre judía. Como no se trata de una investigación rigurosa, la ascendencia judía digamos que tal vez sí o tal vez no, pero lo más cierto es que quién sabe. En la aldea de Sanabuega creo que ya no queda nadie, y en la de Noceda muy pocos. A corto plazo serán lugares sin habitantes y sin memoria, pero yo recuerdo cuando existía un batán para la sarga y varias fraguas. La casa donde nació mi madre era la casa del Ferreiro. ¿Y si la rudimentaria industria de aquella zona, batanes, mazos y herrerías, la promovieran los judíos?

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Hay que asentir con lo que decía el poeta: que a veces es forzoso que un hombre muera por un pueblo, pero nunca debe morir un pueblo por culpa de un hombre. Ni por culpa de un hombre ni de una mujer. No sé si moriremos, pero algún padecimiento nos caerá en el futuro, no lo duden. Aquí en Asturias tendremos que invocar a los ilustres judíos que hemos premiado en Oviedo, unos todavía presentes y otros que ya nos dejaron: Arthur Miller, Woody Allen, Paul Auster y algunos más. Por otra parte, Javier Rioyo nos ha mostrado en un ensayo a varios judíos importantes que están entre nosotros, y que promueven negocios como la editorial Aguilar y el centro Sepu. Y otros judíos y descendientes de judíos como las hermanas Koplowitz, Max Aub, Rafael Cansinos, los hermanos Mújica Herzog (el ex ministro del PSOE y el asesinado por ETA), los hermanos Fernando y Luis Sánchez Polak (Tip), el cantante Afredo Kraus y los cineastas escapados del nazismo que vinieron a refugiarse, como los directores de cine Ladislao Vadja y Leon Klimosky, o el fotógrafo Enrique Guerner. Por último, ese vasco cambiante pero genial, Jon Juaristi, que acabó convirtiéndose al judaísmo.

No dejó de ser progresista Jean Paul Sartre en 1947, cuando criticó el antisionismo británico en Palestina. O cuando celebró el establecimiento del Estado de Israel como uno de los acontecimientos más importantes de nuestra era. Sartre y Simone de Beauvoir encabezaron el manifiesto contra la expulsión de Israel de la Unesco en 1974.

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