Los nazis tenían algo respetable, y era que se quitaban de en medio cuando cometían un error grave. La excepción le corresponde al mariscal Von Paulus, cuando se rindió en Stalingrado. Pero él aseguró haberlo hecho para que la derrota recayera sobre Hitler y sus ... descabellados empeños. Cuando veo a alguien -un supuesto o ya condenado truhan- despotricando para redimir su pasado, abomino un poco más del género humano. Porque estos individuos parecen destinados a sacar rendimiento de sus pasadas tropelías. Hasta Ternera obtendrá algún beneficio de las entrevistas y reportajes que estos días están en entredicho por si es oportuno o no sacarlos a la luz. Los delincuentes de fina estampa siempre obtienen beneficio de sus fechorías. Lo saben bien en mi tierra de Allande, donde los pocos que todavía quedan viven pegados al arado y las sementeras, mientras que un paisano ilustre, al que incluso le dedicaron una película, fundó una banca paralela y se escapó con cinco mil millones de pesetas, para vivir bien y seguir mejorando, según se dice.
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Ahora anda por ahí Rodrigo Rato presentando su libro 'Hasta aquí hemos llegado'. Se justifica, como no podía ser de otro modo, utilizando el enrolle de leguleyo, para decir que todo lo hizo por el bien de la economía de este país. Y los del PP callan, por ser uno de sus paladines, y porque los 28 consejeros de Bankia tiraron de tarjeta para quedarse con cientos de miles de euros. Y los del PSOE callan, porque el mayor afanador fue un consejero suyo, un tal Antonio Romero, que está acusado de llevarse 252.000 euros. Y los de IU callan, porque sus consejeros no se quedaron cortos a la hora de afanar. Y los sindicalistas callan, porque también tenían 10 consejeros dándose a la juerga con las 'tarjetas black'. No sé lo que fue de estos individuos, con los que hay que emplear eufemismos para no decir que robaron, pero apostaría a que no están en la indigencia. Hasta los había que disfrutaban con el hundimiento de Bankia, para darle patadas en el trasero a Rato, que recibían en el suyo el montón de empleados que quedaron en la puta calle.
Es Asturias una tierra proclive a ensalzar a ciudadanos dudosos, a los que luego hay que tacharles el rótulo de la calle o el título de hijo adoptivo. Véanse los premiados en el gran festejo de otoño en Oviedo. Hay una que anda estos días por los juzgados, y amenazada de cárcel. También premiaron a un ciclista drogata, un literato que había sido nazi y un cineasta sospechoso de pederastia. Mejor los psicoanalizaban antes de premiarlos.
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