Secciones
Servicios
Destacamos
La vejez no se arregla con eufemismos, como si decir que estás en la tercera edad subsanara los deterioros del cuerpo y la mente. Mirando esta última hoja del calendario, del maldito año que se acaba, concluyo con que la meta ya no puede estar ... muy lejos, pero quién sabe. A una parienta política mía la festejaron cuando cumplió 100 años, y todo el mundo le soltaba el tópico de que la encontraban como si fuera una moza. La aludida les contestaba que no era verdad: que sentía ya algunos achaques y temía tener una mala vejez. La tía Concia, así la llamaban, murió a los 104, por lo que fue vieja cuatro años después de los 100, y que le quiten lo bailao. Por cierto, la aguerrida y simpática Maricuela, que hace unos días la vi en una fotografía, no sé dónde, aparecía luciendo sus floridos 105. Echamos ella y yo un baile suelto en el pueblo de Llueves, cuando ambos íbamos a homenajear al oso republicano que mató al rey Favila. ¡Ay, qué tiempos! Tantos cambios, que hasta cambió mi cabeza con todo lo que está cayendo. No es que me haya vuelto monárquico, pero me asustan los osos y demás alimañas que ahora andan por la política.
Avellaneda, el que intentaba reescribir el Quijote, para colmo insultaba a Cervantes llamándolo viejo. Éste le respondía, además de considerarlo un intruso y un majadero, que si conocía a alguien capaz de detener el tiempo. Algunos lo intentan en balde, componiendo un rostro de juventud por medio de un pellejo estirado. A mí me encuestan estos días preguntándome si temo más a la vejez o a la muerte. Temo a la decrepitud, no a la vejez; y acepto la muerte porque es lo conveniente para no ver sufrir y morir a los que más quiero. Me dan risa los futuros cadáveres que se comportan como si fueran inmortales; los que te miran con lástima o con desprecio, como si la vejez estuviera más allá de su horizonte. Les gano a muchos en la resistencia en el camino, y a casi todos en la pérdida del ridículo. O sea, viejo pero aprendiendo. Viejo, pero estando dispuesto a salir desnudo en las películas de mi añorado Javier Medina, si así lo exigía el guion. Y ahora que he vuelto a subirme a los escenarios con el grupo La Galerna, lo haría si me lo pidiera la directora Cristina Pérez. Nuestra querida Cris, que después de haber sido premiada este año en Zaragoza y en Lanzarote, lo culmina representando su obra 'Quiero bailar', con la compañía El desván de los deseos en la sala madrileña Club Bala Perdida.
Picasso quería sentirse joven hasta la muerte. Cela deseaba morir sin asentar la cabeza. Yo, no lo sé.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.