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Acabo de enterarme de que andan rondando osos alrededor de Besullo. Por ahí tenía mi familia un cortín de abejas de pared circular, como casi todos, imitando los antiguos cubículos de los celtas. Lo habían construido con sus correspondientes lastras formando techo, para que los ... bichos no pudieran saltar al interior. Pero en tiempos de mis bisabuelos parece ser que lo lograban, los osos, no trepando por la pared sino rompiendo la puerta a patadas, como se estila en las películas policiacas. Cuando a mí me soltaron a caminar por aquellos montes los osos ya se habían alejado a otros confines, pero quedaban las leyendas. Entre mis antepasados de la rama Fuertes, algunos de ellos tenían reminiscencias de cuando hacían de mozos de cuerda en Madrid, que según se dice eran los escogidos para transportar bultos al hombro para la nobleza. Unos podrán sentirse orgullosos de que sus ancestros tuvieran blasones, y yo de que los míos tenían unas buenas espaldas para cargar pesos, qué se le va hacer.
Al calor del fuego se contaba que mi bisabuelo había comido carne de oso, y que otros parientes eran especialistas en esperar a que el oso se pusiera de pie para abrazarse a él y meterle el chuzo por la espalda. Una escena, que si cierta, sería digna de ser filmada. Pero en este caso, como en tantos otros, no es el oso el encargado de contarnos cómo fue la pelea. Aquellos trogloditas de mi tierra profunda, si bien odiaban al oso por atacar al ganado y las abejas, no consiguieron extinguirlo. En otros lugares como en Suiza, en cambio, hicieron que no quedaran más osos que los que hay en el escudo de Berna. En una Suiza sin osos pace en los montes y los valles un ganado lustroso, para sus carnes y sus quesos. No me pronuncio sobre lo que hicieran bien o mal los suizos eliminando sus alimañas, solo doy fe de lo que he visto y escuchado cuando hacíamos caminatas por los Alpes. Cuando cruzábamos entre los rebaños que pacían, cuando veíamos transportar la hierba y el ganado colgando de los helicópteros. No había osos, había gamos, que entraban a pacer a los prados sin que nadie los molestara.
¿Qué es lo que más conviene, una Asturias con ganaderos o con alimañas? Porque no me vengan con que son compatibles, cuando en Somiedo hay pueblos en que a los niños no los dejan salir solos porque los osos ya rondan alrededor de las casas. Que nadie me cuente que hay osos buenos y otros que hay que llevar al psicólogo, para que no se pongan en plan bestia. Que nadie me explique lo que piensan los ganaderos de los osos y los políticos.
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