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Hacia el ocaso

Se puede ser un hombre bueno sin dejar de ser un señor raro. O quizá Antonio Machado llevaba en sus adentros el alma agarena del árabe español. que explicaba en un verso su hermano Manuel

Jueves, 5 de septiembre 2024, 02:00

Tenemos un tiempo loco que hace que el otoño llegue con prisa. Algunas hojas amarillean antes de acabarse agosto, y ya maduraron los llamados figos de San Miguel, cuando falta un mes para el día del santo. Es como si el año tuviese prisa en ... terminarse pronto, y para algunos ya sólo nos queda llegar al próximo con la esperanza machadiana de que al viejo olmo le salgan nuevas hojas, con otro milagro de la primavera. Don Antonio Machado nos contaba sus melancolías al lado del Duero –cuchillo helado de soledades–, cuando todavía su cuerpo era joven, comparado con la juventud de ahora; pero quién sabe cómo se veía a sí mismo en aquel entonces. Yo me atreví a juzgarlo, a Machado, delante de una profesora de literatura, feminista radical, que contaba emocionada las virtudes del hombre bueno, solitario y melancólico, cayéndole sobre el chaleco la ceniza del pitillo apagado. De acuerdo, pero se puede ser un hombre bueno sin dejar de ser un señor raro. O que quizá llevaba en sus adentros el alma agarena del árabe español, que explicaba en un verso su hermano Manuel, también poeta. Antonio y Manuel, hijos de la misma madre, portaban la mezcla de alegría y agonía que tiene el Sur, como dijo alguien. Escribieron juntamente obras de teatro que es justo olvidarlas.

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