En España, según último recuento en este artefacto donde escribo, se celebran al año 68 festivales de cine, alguno de ellos en pueblos que yo ni siquiera sabía que existían. Por ejemplo, hay festivales internacionales en Boltaña, Sant Boi, Alfas de Pi y Arroyo de ... la Luz. Nada tiene de extraño, porque durante algún tiempo también Candás tuvo su festival internacional, especializado en películas del campo y de la mar. Fue promovido, al igual que el que estos días se celebra en Gijón, por Isaac del Rivero, y mientras duró tuve el honor de ser miembro del jurado. De las películas proyectadas el cerebro se me torna en nebulosa, pero sí recuerdo haber conocido a actrices y directoras famosas como María Asquerino y Ana Mariscal. Aquel festival, como tantas ideas buenas, falleció de su propia muerte, que diría Borges. No así el que se celebraba en Gijón, que le fue arrebatado a Isaac del Rivero en el empeño de municipalizar todas las iniciativas de las que se podía sacar algún provecho político. Léase también el Pueblo de Asturias, que pusieron en marcha y por el que tanto lucharon Luis Argüelles y José Avelino Moro. La Feria de Muestras no pudieron apropiársela, porque la Cámara de Comercio argumentó que quien administra también debe correr con los gastos.
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Por fin en el festival de cine de este año, aquí en Gijón, se rinde un homenaje a Isaac del Rivero a través de sus hijos. Lo curioso es que en esos 68 festivales que se celebran en estos territorios no he leído que haya alguno dedicado a la infancia y a la juventud. De eso nadie se ocupa, como ocurría en aquellos lejanos tiempos cuando se inauguró el festival en Gijón, y que además fue puerta de entrada para películas del Este de Europa en pleno franquismo de los años 60, como la hermosa cinta polaca 'Los ladrones de la luna', protagonizada por los gemelos Kaczynski, que con el tiempo llegarían a ser presidente y primer ministro de Polonia. Algunas de aquellas películas podrían tildarse de tendenciosas, pero por lo menos optaban por las buenas costumbres para la juventud. No promovían las borracheras, la elección de sexo ni mucho menos dar patadas en la cabeza.
Doce festivales en un solo mes son muchos, máxime cuando el 99 por ciento no va a saber ni acordarse de las películas ganadoras. Cuentan que hay un crítico de cine que ha optado por no tener casa propia. ¿Para qué? Contando, sólo en territorio español, con que lo inviten 68 veces al año y que el año tiene 52 semanas. Se puede vivir tan ricamente de hotel en hotel, sin pagar contribuciones ni soportar al vecindario.
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