Lo mejor sería que todo el mundo se despojara de su obsesión maniquea, enterándose de lo relativo del bien y el mal. Hubo algunos hombres dignos, como es el caso de Abraham Lincoln, que obligó en 1863 a que los estados rebeldes dieran libertad a ... los esclavos. El Gobierno español tardó 23 años más en hacerlo, presionado por gentes con conciencia y sentido común que consiguieron que liberaran al último esclavo en Cuba en 1886. Yo he visto una foto de alguien retornado de la isla caribeña, tomada cuando este era muchacho, retratado con dos sirvientas, ambas con el cigarro en la boca, que habían nacido esclavas. Una vergüenza, se dice. Se oculta lo ignominioso, como que fueron esclavizados los guanches en Canarias. O que el pintor Murillo retrató varias veces a una esclava negra que le habían regalado. Que la regente María Cristina, según las crónicas, hizo considerable fortuna con el negocio de los esclavos. Faltan lectores, o sobran hipócritas que no se han enterado por los 'Episodios nacionales' o 'El ruedo ibérico' de los desmadres ocurridos en este país y en toda Europa. No hacen más que criticar a Estados Unidos por ser el gran satán, especialmente la izquierda chillona y de alma agarena a imitación de los ayatolás.

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Seamos claros: todo lo que somos y de lo que no nos desprendemos en este mundo apantallado procede de ese país, que se inventó a sí mismo con el desparrame de razas y culturas. Cuando Nobel creó sus premios, los barcos todavía arribaban a las costas de América cargados de aventureros y prostitutas. Pero enseguida Edison y Tesla se pusieron manos a la obra y nos enviaron la corriente, para que un siglo después los grandes cerebros nos condujeran hasta la Inteligencia Artificial. También España envió allí a sus mejores, a dónde si no: Severo Ochoa, Grisolía, Margarita Salas, Fuster, Rojas Marcos, Grande Cobián… Y China a los 290.000 estudiantes, entre ellos algunos espías. Y Vietnam a sus mejores alumnos, porque son prácticos y quisieron archivar su memoria histórica, recibiendo con los brazos abiertos a los viejos marines. Japón mandó a alguno de sus presidentes, como Shinzo Abe, a estudiar a California, porque los países que controlaron los americanos, como Alemania, Japón o Corea del Sur son hoy grandes potencias. Ya no les dicen ¡yanqui, vete!, sino quédate, para protegernos del sátrapa de Corea del Norte o de las amenazas de Putin. Dos veces vinieron los americanos a morir por Europa. El denostado Trump anda diciendo ahora, dirigiéndose a los europeos, que el que quiera peces que se moje… Ya saben.

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